La presentación de lo que supone Juan Antonio Orenga (Castellón, 29-VII-1966) la hizo el lunes su entrenador, Manolo Hussein. "Es el auténtico líder de este equipo. Aglutina, comunica y me sirve de nexo de unión con el resto de compañeros y encima cuando está en pista se pone el mono de trabajo. Y claro, si tienes 37 años y trabajas como él, los demás no pueden hacer menos. Ha sido fundamental para ayudar en las situaciones difíciles que hemos vivido", manifiesta el técnico del Cáceres. El casi se ruboriza cuando lee estas declaraciones.

¿Qué le parece lo que dice su entrenador?

--Es un orgullo. Hace que me sienta bien, porque significa que mi trabajo es positivo. Es lo que quería cuando vine, aportar cosas en la pista o fuera, jugando o sin jugar.

Pues se ha perdido nueve de los 25 partidos y siempre habrá quien le reproche sus 5,6 puntos y 2,6 rebotes de media...

--Una de las dudas que se planteaba cuando llegó Manolo (Hussein) es que yo me lesionaba mucho por un informe que se hizo. Yo le dije que era falso: no me lesiono casi nunca y cuando lo hago entreno lesionado. Doy el máximo siempre que puedo. Empecé muy bien, pero en la ida contra el Granada arriesgué y me rompí un gemelo. Hasta ese partido llevaba casi los mejores números de mi carrera (8 puntos y 3 rebotes en 15 minutos). A partir de ahí tuve más problemas y me llegué a plantear todo, incluso si debí seguir este año. La cuestión eran unas plantillas que me corregían una bursitis, pero me desequilibraban todo. Ahora he vuelto al equipo y voy entrando.

¿Las lesiones le sugieren que va a ser su último año?

--Me lo planteo como en los últimos años: acabar la temporada y ver cómo me encuentro físicamente. No quiero seguir por seguir. Si lo dejo, lo haré con todas las consecuencias, pero ahora la idea es salvar al equipo.

8 puntos y 7 rebotes y se habla de que que la acción clave en Granada fue una falta antideportiva suya a Wright nada más salir a la pista...

--Mi trabajo siempre ha sido que el jugador bueno del equipo rival no anotara. Soy duro, pero nunca he hecho daño a nadie queriendo. Otros jugadores van a lesionar. Wright recibió bajo el aro y si le hubiese dejado anotar hubiese seguido la misma tónica. Le tuve que decir "por aquí no pasas". El se salió del partido.

¿Está seguro de que el equipo se salvará?

--Sí, pero necesitamos seguir en la misma línea de que no haya egoismos, con todos contribuyendo. Tenemos que ser realistas: lo tenemos difícil, pero estamos por encima del Fórum, empatados con el Girona y a dos partidos del Breogán, que tiene que venir aquí. Desde hace un mes que podemos trabajar con tranquilidad las cosas van bien.

¿Con Petrovic y Deon Thomas sería más fácil?

--No... No están, con lo que no merece la pena hablar. Además, Deon nos hizo una putada gorda: si juega el partido del Fórum, ya estaríamos salvados. Ahora están Kevin (Thompson) y Muoneke y también otros jugadores como Joffre (Lleal) que están aportando más cosas. Con lo que tenemos podemos ganar.

¿Tan importante fue aquella reunión en la que se dijeron las cosas a la cara ?

--Es que llega a un momento en el que las cosas están estancadas y hace falta algo para romperlo. En un grupo, las cosas pequeñas se van haciendo muy grandes y la crispación aumenta. Es mejor hablarlas.

¿Creyeron que Hussein estaba casi fuera?

--Siempre he sido partidario de no hacer cambios en plena temporada a no ser que fuese completamente imprescindible, ni con jugadores ni con entrenadores. Cuando se hablaba de esa posibilidad sólo hay que mirar a Granada. Lo que hay que hacer es sacarlo adelante con lo que hay. La temporada pasada, en un año muy malo, no cambiar a Alfredo (Julbe) nos permitió salvarnos, porque sabíamos lo que hacíamos mal y cómo corregirlo. Hubiese sido un error echar a Manolo.

Usted hubiese podido sucederle. Tiene el carnet de entrenador nacional. ¿Se ve dirigiendo a un equipo ACB?

--Yo ahora soy jugador, aunque a medida que pasan los años ves las cosas de forma distinta. Ser entrenador para mí es anecdótico. Mi carrera se va acercando al final, pero no sé qué haré luego. A mí ahora lo que me llama es jugar y aportar cosas. ¿Que si me atrae entrenar? Sí.

Otra vertiente suya son los negocios... ¿Es optimista respecto a la ampliación de capital?

--Nuestro trabajo es salvar al equipo deportivamente. El de los demás (aficionados, empresas, instituciones) es mantenerlo en ACB como club. Y si se va, no volverá. Hay unas elecciones municipales ahora determinantes para valorar qué se está haciendo por el equipo y cómo se está haciendo. Otra cosa que tenemos que hacer es involucrar a los universitarios y hacer que vengan al pabellón.

¿Comprará acciones?

--Yo no puedo hasta la tercera fase. Espero que entonces esté todo vendido, pero si no es así lo haré. Todos tenemos que arrimar el hombro.