Aunque algo estresada porque le ha costado mucho aparcar, Conchi Bellorín acude a la sede de EL PERIODICO EXTREMADURA con esa sonrisa casi eterna que solo se sacude cuando entra al tatami y pelea y pelea y pelea hasta conseguir someter a su rival. Tanto ha luchado que ha conseguido, a los 31 años, formar parte del escogido grupo de españoles (solamente seis) que acudirá a los próximos Juegos Olímpicos. Es la única extremeña que tiene el pasaporte confirmado a Londres-2012. La pacense vive un momento feliz al máximo, aunque empañado por los recortes en lo deportivo que la afectan tangencialmente. En esta entrevista habla no solamente de la gloria que vive estos días, sino de lo complicado que se está poniendo el panorama para aquellos que sueñan como ella.

--¿Alguna vez dudó sobre su presencia en los Juegos de Londres?

--Sí, dudas las ha habido. Más que nada porque como siempre lo he visto como un sueño y nunca había tenido la oportunidad de tener un grupo de trabajo que me hiciese confiar en ese éxito. Ahora sí es así. Me decían, "¿cómo no vas a creerte que vas a ir a los Juegos si estás undécima en el ranking mundial y has ganado a la campeona mundial y a la olímpica?". Sí que dudas, pero con el cariño de mi gente he visto que era posible. Han sido muy importantes mi entrenadora, Raquel Hernández; el fisio José Moreno; el médico Marcos Maynar y mi psicóloga, Rosa Redondo.

--¿Qué ha sido lo más difícil estos años?

--Ocurrió en el 2011. Hubo problemas con el regreso de Isabel Fernández, la otra española que tenía como rival para conseguir la plaza en mi categoría. Su marido era subdirector técnico de la Federación Española y me quitaron del equipo. Me tiraron para atrás porque sí, sin una cosa lógica. Fue muy duro.

--Su 'guerra' con ella ha estado siempre muy tapada, ¿no?

--Sí. Llegué de la gira asiática en diciembre y me dijeron que no me pagaban los gastos porque tampoco se los pagaban a ella. La diferencia es que yo sí tenía derecho porque estaba en el cupo olímpico. Siempre he estado dentro y siempre por delante de ella en el ranking mundial. Eso duele. El judo no me da para vivir. Hay recortes de las instituciones y las empresas no apoyan el deporte. Menos mal que he contado con la ayuda de Baños de Montemayor.

--No se conformará con estar simplemente en Londres... ¿Piensa incluso en conseguir una medalla?

--¡Claro! Mi entrenadora fue lo primero que me dijo cuando nos clasificamos. "Conchi, esto no queda ahí. Tenemos que ir a por un podio". Cuando tuve a una campeona olímpica en Barcelona-92 como Miriam Blasco como entrenadora me decía: "Ese día gana el que esté mejor psicológicamente". El judo no es matemático y puede pasar cualquier cosa. Otro aspecto a favor mío es que voy de menos a más. Solo llevo a nivel internacional desde el 2009, ya con 28 años.

--De usted no se sabía mucho en la región antes de entonces... ¿Cuál es su historia?

--Empecé en el judo con 12 años, en el colegio Santa Teresa de Badajoz, con Javier Linde. Con 18 me fui a Madrid. Tenía medalla a nivel nacional, pero ni siquiera era la mejor de mi edad. A los dos años me dieron la opción de irme a entrenar a Alicante con Miriam. Allí estuve cinco años. Había subido un escalón más, pero no tanto como yo quería. Me fui a Pamplona con Yolanda Soler, medalla en Atlanta-96. Pero tampoco acabé de dar el salto y me vine a casa.

--Ha sido un camino duro...

--En Pamplona trabajaba en un Decathlon. Entraba a las seis de la mañana 'perchando' hasta las 10.30. Me iba a un comedor a cuidar niños y también daba clases. También tenía que entrenar. Era un ritmo de vida complicada. Me vine aquí y la Federación Extremeña contrató a Raquel Hernández como entrenadora. Ya la conocía de Alicante porque me había llevado la preparación física. Nos dijimos "vamos a intentarlo" y aquí estamos...

--Volverse fue clave, entonces...

--Tengo claro que mi gran éxito ha sido volver a Extremadura. Me hacía falta ese cariño que necesita todo deportista, ese reconocimiento, por la familia, por la familia, los medios... Vine a Badajoz y luego a Cáceres. Llevo aquí un año.

--Entrena con los chicos de la residencia de la Ciudad Deportiva de Cáceres. ¿Cómo ve su cierre temporal?

--Fatal, fatal, fatal. Me enteré cuando volví después de la clasificación. Había escuchado cosas, pero no sabía realmente cómo estaba la situación. Desde que ha entrado el nuevo gobierno el deporte es lo último que consideran. Para gente como yo, nos duele muchísimo. El deporte estaba subiendo y estábamos siendo un referente, sobre todo en judo. La gente de la Ciudad Deportiva estaba progresando mucho y ahora le viene una gran incertidumbre. Me resulta súper triste porque es un centro que cuidaba muy bien el binomio entre el entrenamiento y los estudios. Nadie ha venido a nosotros a explicarnos la situación, a hablarlo. Quizás haya que establecer nuevas normas y hacer una 'limpia' ahorrando dinero, teniendo solo a los mejores.

--Hay quien empieza a hablar del fin del deporte extremeño: el 'boicot' de los Jedes, el recorte del 40% a las federaciones, los clubs y los deportistas de élite...

--Me tienen muy perdida y no sé si esto es el final. Lo que sé es que voy a luchar para hacer un grupo de gente que trabaje para que el deporte extremeño esté donde tiene que estar. No voy a dejar tirados a mis deportistas y voy a pelear para que tengan un sitio donde poder desarrollarse.

--¿No tiene miedo a hablar así de claro?

--Digo lo que pienso. Siempre he sido así. Más real y más de carne y hueso que pueda ser Conchi Bellorín en Extremadura, que ha conseguido un sueño estando aquí, no creo que haya nadie. Siempre he estado sensible con esto: conseguir la clasificación para los Juegos es para toda la gente que está apostando por el deporte extremeño, más que por mí. Eso me emociona. Tengo la suerte de haberlo conseguido estando aquí. No se puede decir de muchos.

--A otros, como al atleta Pablo Villalobos, se le acaba de escapar el sueño olímpico...

--Sí, a nivel deportivo es muy duro. Esta mañana he estado hablando con él y me decía que intentaba plantearse nuevos retos, que sabía que el día que nos fuésemos a Londres se iba a estar dando cabezazos contra la pared. Pero él es un campeón de todas-todas. El y yo hemos hecho el mismo trabajo, dando más del 100%. La suerte es conseguir el objetivo.

--¿Cómo ve el momento del judo extremeño?

--El nivel ha subido muchísimo. Hubo un antes y un después de la creación del centro de tecnificación de la Ciudad Deportiva. Hay referentes de carne y hueso. A los clubs les ha dado mucha vida, porque no pueden dedicarse al alto rendimiento.

--¿Hasta cuándo va a durar usted sobre el tatami?

--Pues... hasta que el cuerpo me aguante. En principio decía que hasta los Juegos, pero ahora que los tengo... Si estoy bien, ¿por qué voy a dejarlo? En España hacemos judo hasta edad muy alta. La duda es el futuro profesional. Creamos entre Raquel y yo el Estudio Motriz Conchi Bellorín para trabajar con niños y demás actividades. Espero que estar en Londres me ayude.