Dani García y el secretario técnico, Angel Iglesias, coordinados por el presidente, Antonio Martín Oncina, tomaron un buen puñado de decisiones durante el verano, en tiempo récord y con grandes limitaciones económicas. La filosofía era sobre todo renovar la base del año anterior y conseguir jugadores destacados de una categoría que se conocía, la LEB-2, aunque también llegaron sorpresas como Nicolás Gianella. El club no se cerró a cesiones de elementos de futuro como Guillem Rubio (Manresa) y apostó por más juventud con Diego Ferrero.