Los errores se pagan y, en ocasiones, no hay forma ni de corregirlos ni de mirar atrás. Y eso bien lo sabía ayer Alberto Contador, mientras se preguntaba una y otra vez por qué se había calentado en la Huesera, tramo duro como pocos de la ascensión a los Lagos de Covadonga. Si pudiera retroceder en el tiempo habría subido más tranquilo, a rueda de los Movistar, pendiente de que Chris Froome, descolgado, no remontara y a no ofrecerle en bandeja a Nairo Quintana la ocasión para irse en solitario y vestirse con el jersey de líder.

Contador le daba vueltas a la Vuelta mientras se cortaba el pelo en Gijón, mientras Chris Froome, en Oviedo, atendía a la prensa para insistir que si está aquí es para ganar, que escala de la única manera que sabe hacer y que tiene cierto temor a la tercera semana de carrera tras el trajín del Tour y los Juegos.

Mientras, Alejandro Valverde y Quintana, con el resto del Movistar, tomaban un café también en Gijón, más felices, más tranquilos y con la confianza que da a un equipo tener al primero y al segundo de la general. "Ni loco vuelvo a correr el año que viene las tres grandes. Era un reto que tenía esta temporada. Y ya está", les repetía a sus compañeros Valverde, segundo de la clasificación general.

Contador, en cambio, se encuentra en una situación que no le agrada y a la que nunca ha estado acostumbrado más allá del Tour. En los Giros que ha ganado nunca ha tenido que remontar y de sus tres triunfos en la Vuelta; en dos (2008 y 2014) siempre fue por delante y cuando tuvo que reaccionar (Fuente Dé, 2012) lo hizo ante un solo corredor, Purito Rodríguez, al que consiguió destronar con un ataque que ha pasado a la historia.

POCA ALEGRIA En la jornada de descanso de Gijón no se vio a un Contador feliz, pero ocurra lo que ocurra, sigue siendo el corredor más aclamado del pelotón. "Estoy a tres minutos y eso lo dificulta todo, pero voy a intentar hacer cosas en esta Vuelta. En los Lagos me equivoqué de táctica. Pero me anima que vengan días duros, que pueden jugar a mi favor. No me conformo con un abandono en el Tour y una mala clasificación en la Vuelta". Así es Contador, incombustible, en una misión casi imposible.