Necesita sacar tiempo a Evans. Que ataque y que vigile en el descenso. Es peligroso". El teléfono móvil enrojeció. Faltaban cinco kilómetros para la cumbre. Johan Bruyneel, técnico de Alberto Contador en el Discovery Channel, atendía a la señal que le indicaba la entrada de un mensaje. Llegó un segundo texto: "Bien. Ya ha quitado tiempo a Evans y Klöden". Bruyneel mostraba en la meta los SMS en inglés. Estaba entusiasmado por los seis ataques que su pupilo hizo en el Peyresourde. Contador no se rinde. Lance Armstrong, tampoco. Se ha vuelto a interesar por el Tour y no se cansa de enviar mensajes y consignas a su antiguo director.

Contador es el alma de este Tour. De nuevo ayer se ganó el aplauso de los franceses. Otra vez pasó al ataque. Es su estilo. Es la única forma de intentar una misión que no es imposible. París está a su alcance. Mañana es el día. El Aubisque se le presenta como una oportunidad para tratar de noquear a Rasmussen, el jersey amarillo, que ayer, personalmente y porque no le quedaba otro remedio, neutralizó la furia del joven madrileño. Seis veces lo atacó. Cinco de ellas fueron durante la ascensión y una en el descenso del Peyresourde, el último puerto de la segunda jornada por los Pirineos.

Mereció especial significado el ataque número cuatro; el más firme, el más explosivo, el más difícil todavía. Quedaba solo un kilómetro para la cumbre y ya hacía cuatro del inicio de la contienda, cuando Contador empezó su espectáculo particular. Todos se quedaron cortados: Evans, Klöden, Carlos Sastre, Kashechkin y un Valverde, algo recuperado, y que ayer volvió a circular en su sitio, en el pelotón de las figuras.

CON CARA DE MALO Ya hacía cuatro kilómetros que Rasmussen aguantaba la embestida. Contador se volvió a levantar. Bailó con la bici. Puso cara de malo. Y para arriba. Rasmussen se distanció. Era un duelo al sol del Peyresourde. Los dos, de pie. El primero que se acomodase en el sillín demostraría fragilidad. Rasmussen se sentó. Ya no quedaba dureza. Habían dejado atrás lo más complicado del Peyresourde. Prueba superada para el líder danés de este Tour que está por decidir.

"Le he visto más flojo. Lo he intentado hasta seis veces porque si no lo haces no sabes cómo está el rival". Contador, el responsable del comentario, no se acomplejó. Armstrong, por la tele, disfrutaba de lo lindo. Este chaval tiene desparpajo.

La ofensiva de Contador le sirvió no solo para poner a prueba a Rasmussen, sino para distanciar a rivales y empezar a asegurarse una plaza en el podio de París. Evans, tercero de la general, ya está a 1.37, mientras que Klöden se ha situado a 3.11.

Alexander Vinokourov, por su parte, dio una lección de pundonor y consiguió una victoria ejemplar y que pese a no tener una seria repercusión en la general, tuvo un reconocimiento general por empeño e insistencia. Un ejemplo.