Hay días que por sí solos entran en la historia del ciclismo. Y cuando esto ocurre es gracias a esos corredores, esos pocos, poquísimos, esos diamantes en bruto, esas figuras para la eternidad, los que marcan una época, como Alberto Contador. "Estas etapas son las que la gente recuerda". Sentencia de la maglia rosa , la que estampó una ascensión de fábula en el Mortirolo, la que se reafirmó al frente de la general del Giro y la que contempló una victoria que no fue otra cosa que la primera página para una historia todavía en blanco, pero que se escribirá con letras de oro, la de Mikel Landa.

Contador, si un pinchazo o una caída no altera su camino rosa, ganará el domingo el Giro en Milán. Solo las adversidades lo están frenando en esta ronda italiana; dos caídas absurdas, en etapas de tercer nivel, y, ayer, un inesperado pinchazo, en la rueda trasera, la que más cuesta de sacar y poner, justo cuando se había quedado cortado tras driblar a Luis León Sánchez, en el suelo, tras patinar en una curva, cuando el pelotón de las figuras se estiraba para afrontar el no va más, el Mortirolo, el monte más díficil de Italia, tan o más duro que el Angliru, el símbolo de la Vuelta.

Del Mortirolo se recuerda la memorable ascensión de Miguel Induráin y Marco Pantani, en 1994, en lo que aún se considera la mejor etapa de la ronda italiana de los últimos 25 años. Fue el día en que Pantani se convirtió en un símbolo de Italia, tras pillar el ciclista navarro la pájara del siglo XX en una cuesta de infame recuerdo llamada el Valico de Santa Cristina.

Desde ayer, el Mortirolo 2015 quedará para el recuerdo, gracias a un Contador, inmejorable tácticamente, el que no se sulfuró, el que no se alteró, el que conservó la calma tras quedarse cortado y llegar a perder más de un minuto con el pelotón principal. Ni el Katusha, primero, ni el Astana, después tuvieron piedad de la maglia rosa . Al enemigo, ni agua. "Vimos que Contador tenía un problema y el Astana se puso a tope", dijo Landa.

Fue la persecución de las persecuciones. ¡El no va más! Contador se aprovechó primero del trabajo de su equipo, hasta que sus hombres reventaron. Luego, mientras por delante Landa tiraba de Fabio Aru. Y en eso, a siete kilómetros de la cima, los capturó Contador. El mismo jersey rosa que se percató de la torpeza de Aru y el que aceleró para dar la puntilla al ciclista sardo, la señal para que Aru cediera los galones a Landa. Y ya no frenó, pero con la calculadora siempre en la mano.