Las imágenes de la Radio Televisión Italiana ofrecieron ayer, al término de la gran etapa de los Dolomitas, el rostro sonriente, cansado seguro, pero sonriente, de Alberto Contador. Faltaban pocos minutos para que el corredor madrileño, el vencedor del Tour 2007 (siempre hay que recordarlo, al igual que la decisión injusta de no invitarlo este año) se vistiera con la maglia rosa. La ruta a Milán, de aquí al domingo, será dura y cansina. Pero él es el líder, aunque no sea el super Contador de la ronda francesa.

Los Dolomitas se acaban en la jornada de hoy con una cronoescalada de 12 kilómetros al Plan de Corones y rampas que llegan al 24%. Los Dolomitas, ayer, se presentaron con sus máximas estrellas, seis puertos de increíble dificultad, con el valor añadido del frío y la lluvia, y con el postre de la Marmolada, convertida este año en meta de la decimoquinta etapa del Giro.

Contador, siempre Contador, era el hombre a batir. Existían ciertas dudas, ya que el sábado llegó al límite. Si Contador tuviera la misma fortaleza de piernas que hace un año en el Tour de Francia, seguramente habría sido un escalador al ataque. Sin embargo, apostó por la medida más inteligente. Subió los Dolomitas al estilo de como lo hizo Miguel Induráin, en sus dos victorias, las únicas españolas, en los años 1992 y 1993. Entonces Claudio Chiappucci, Gianni Bugno y Maurizio Fondriest, entre otros, fueron sus grandes rivales. Todos los días sacaban el látigo contra el navarro. Y todos los días Induráin tenía que emplearse al máximo para contrarrestarlos, quizá mucho más que en sus victorias en el Tour de Francia.

SIN DAR TREGUA Los italianos, en el Giro, mucho más importante para ellos que el Tour (las audiencias de televisión, por ejemplo, siempre son mejores en el seguimiento de la carrera local que en la francesa), exhiben siempre un carácter indomable. Ni un día de tregua. Quince años después de Induráin la situación no ha cambiado. Los protagonistas se llaman ahora Riccardo Riccó o Danilo di Luca. Si escuchan por detrás que el enemigo resopla más de la cuenta jamás se apiadan de él.

Contador, seguro, ya lo ha descubierto. Ayer, en el Passo Giau, mostró una flaqueza y se quedó descolgado. "Allí pasé por un mal momento, pero, por fortuna, en el descenso pude comer y me recuperé", declaró a la televisión italiana. Y en la Marmolada contempló como Riccò atacaba al máximo de sus fuerzas.

De ser el gran Alberto Contador del Tour 2008 (hay que recordar que ni conoce los puertos del Giro, ni lo pudo preparar al ser invitado a última hora cuando se encontraba de vacaciones) Riccó no habría tenido opción alguna. Pero, conocedor de sus límites, Contador prefirió refugiarse tras la rueda de Menchov y saltar solo cuando tuvo a Riccó en su punta de mira.

"En la subida a la Marmolada me fui recuperanto pero estaba preocupado porque tenía un problema mecánico en la bicicleta que me traía de cabeza. Llevaba descentrada la rueda trasera y me rozaba". No hay nada peor que viajar con la bici en malas condiciones. Y aun así Alberto Contador peleó con Riccardo Riccó y Danilo Di Luca, mientras Menchov flaqueaba.

EL DIA A DIA Por todo ello pudo ascender al podio del Giro y vestirse con la maglia rosa que solo 13 ciclistas españoles han conseguido llevar en toda la historia de la carrera. Contador, repitió ante las cámaras de la Radio Televisión Italiana, prefiere vivir "el día a día", no mirar el futuro y disfrutar de un jersey de líder que se ha ganado a pulso. "No estoy en las mejores condiciones y además reconozco que Riccó está más fuerte". Pero él es el líder y ya es mucho. Gracias a Contador la prueba italiana ha recobrado una frescura que estaba perdida. Lástima que los mentores del Tour de Francia aún sigan despreciando a su equipo.