Más cambios en el estilo que en los nombres. Es lo que le sucede al Cáceres Patrimonio de la Humanidad 2016-17 que hoy arranca su décima temporada en competición oficial. La explicación es sencilla: si se descuentan el ‘experimento’ de JC Fuller y el regreso de Nikola Rakocevic, que ya estuvo en el equipo hace un par de temporadas, las tres novedades se concentran en una posición tan clave como la de pívot. Eso obligará a replantear muchas cuestiones, pero con la misma idea inicial de compromiso.

La llegada de Sandi Marcius, Zygimantas Riauka y Ragnar Nathanaelsson y la reconversión definitiva de Sergio Pérez como ‘4’ ofrecen una perspectiva distinta del proyecto de Ñete Bohigas, que ya no tendrá la agresividad de Rolandas Jakstas o la experiencia acompañada de 2,12 de estatura de Víctor Serrano.

Hay problemas añadidos. De momento, Marcius, que la pasada campaña impresionó en LEB Plata, no ha podido debutar por lesión; Riauka ha alternado lo bueno con lo mejorable en pretemporada y Nathanaelsson va cumpliendo el pronóstico que le señalaba como un jugador muy interesante por su tremenda altura (2,18), pero todavía en desarrollo para el baloncesto profesional. Excepto un año en Suecia, nunca ha jugado fuera de su Islandia natal.

Las mayores esperanzas están centradas en el hombre al que menos se ha visto en acción: Marcius. Se trata de uno de esos jugadores serios y fiables, que optan por la eficacia por encima de la espectacularidad. Sus exhibiciones en la tercera categoría con el Sammic Iraurgi fueron tremendas.

Dos novedades exteriores

Por fuera sí que no habrá sorpresas ni revoluciones. Rakocevic sabe lo que tiene que hacer: esperar balones doblados en 6,75 y machacar a triples desde allí. Conoce perfectamente el club y la ciudad y no tiene miedo a asumir la responsabilidad cuando los partidos están calientes.

Mientras, a Fuller aún hay que enseñarle cómo se juega en Europa. Dejando al margen su curioso parecido físico con el estelar Stephen Curry, muestra algunos detalles prometedores, como su capacidad para buscar el aro en plan kamikaze, sacando muchas faltas. Sin embargo, y tal como se temía por sus números en la universidad, su tiro lejano se está mostrando mediocre.

Es un buen año para estudiar la evolución de jóvenes como Guillermo Corrales y Carlos Toledo. Ambos tendrán con toda seguridad muchos minutos, con el primero de ellos recuperando la condición de segundo base que perdió al principio de la pasada campaña. Es una garantía a nivel defensivo y su gran desafío sigue siendo ser más fiable en el lanzamiento. Toledo está cortado con el mismo patrón de jugador de equipo.

Otros chicos de futuro como Alberto Cano (integrado completamente en la primera plantilla), Miguel Rueda, Edu Chacón y Vieux Kasse (hermano de Mansour, que dejó Cáceres este verano tras tres temporadas) podrían arañar alguna oportunidad. Entrenar día a día con profesionales les dará un plus en sus sueños.

Los veteranos

Por último, José Marco, Luis Parejo y el propio Sergio Pérez son la ‘reserva espiritual’ del vestuario: tipos curtidos, implicados, muy de fiar en cuanto a conocimiento del baloncesto.

Mucho dependerá de lo que pase en el equipo, como es habitual, del siempre caprichoso estado físico de Marco, un jugador que necesita estar perfecto para rendir y mandar. Eso sí, cuando lo hace no tiene nada que envidiarle a los mejores bases de la competición.

Para Parejo, que estuvo a punto de dejar el club con mejores ofertas, será una temporada de reválida después de una pasada campaña un tanto irregular, en la que alternó actuaciones sublimes con otras opacas.

Al frente de todo estará un año más Bohigas, ese entrenador al que parece irle mejor cuando mayores son las dificultades. Blindado por un estrecho grupo de colaboradores (su ayudante, Roberto Blanco; el preparador físico, Mario Hellín; el delegado, Jorge Espada; el fisioterapeuta, Javier López, y el médico, Ángel Martín), no parece que el reto de manejar un equipo visiblemente más económico vaya a espantarle lo más mínimo. Conoce la exigente plaza del Multiusos a la más absoluta perfección. H