REAL MADRID: Casillas; Cicinho, Woodgate, Mejía, Roberto Carlos; Gravesen (Pablo García, m.46), Guti (Cassano, m.65); Beckham (Baptista, m.80), Zidane, Robinho; y Ronaldo.

ESPANYOL: Gorka; Armando Sá, Jarque, Moisés, David García; Zabaleta (Luis García, m.64), Ito, Costa, Coro (Pandiani, m.80); De La Peña (Domi, m.58); y Tamudo.

GOLES: 1-0, m.14: Guti. 2-0, m.43: Zidane. 3-0, m.45: Ronaldo. 4-0, m.50: Zidane.

ARBITRO: Mejuto González (Comité asturiano). Mostró cartulinas amarillas a Gravesen y Armando Sá e Ito.

INCIDENCIAS: Vigesimotercera jornada.

El Real Madrid goleó a un Espanyol acomplejado (4-0) que mostró todas sus debilidades ante un equipo en racha en el que López Caro puso en práctica con éxito las rotaciones en el día en el que Zidane volvió a poner en pie al Bernabéu y Ronaldo a sonreír.

La ilusión regresó para instalarse en el Bernabéu. Lleno, para ver al mejor equipo de Europa en números del 2006, la afición madridista disfrutó del partido perfecto antes de la primera gran cita del año: las semifinales de Copa del Rey.

Llegaba el Espanyol al Bernabéu con estadísticas demoledoras que desvelan su debilidad ante el Real Madrid. No tuvo fe para cambiarlas. A los nueve años que lleva sin ganar en el coliseo blanco, le sumó la histórica mala suerte de Lotina en sus visitas a Chamartín donde nunca venció en su carrera.

Al Real Madrid no le hizo ni falta apretar el acelerador. Le bastó con abrir el campo, mover el esférico con criterio.

Cambiaba de planes en el último momento López Caro y pasaba de dar descanso a Guti, cerebro de la resurrección blanca, a sentar en el banco al gafado Baptista. Si algo cambió con la llegada del técnico es la enorme competencia que se vive dentro de la plantilla. Todos, salvo un Pavón extrañamente apartado, tienen posibilidades de jugar y aprovechan sus minutos.

El Espanyol no daba señales de vida. De La Peña luchaba contra el mundo para tirar de un equipo débil, bisoño, con la cabeza puesta en otro lado.

Regresaba Ronaldo, esta vez a tiempo y sin forzar, y aunque bajó la intensidad de la presión desde arriba, volvió a mostrar su enorme potencial goleador.

Antes llegó la acción polémica del partido. Gravesen, que había hecho las mismas faltas que todo el Espanyol en la primera parte --seis--, daba, con amarilla, una patada por detrás a Costa que no era sancionada por un árbitro que calmaba al danés, tan fuera de lugar por su carácter como inoperante al construir.

El partido moría, si es que alguna vez tuvo vida, al borde del descanso con el descaro de Cicinho, que servía en bandeja el segundo a Ronaldo y con el latigazo de Zidane tras un perfecto pase de la muerte de Roberto Carlos. Dos laterales asistiendo desde las bandas en el área rival.

TRAS EL DESCANSO Poca película quedaba para una segunda parte en la que regresaba Pablo García, con Gravesen castigado en el descanso, y en la que los madridistas, metiendo la pierna hasta el final, se divertían sobre el césped ante ligeros amagues de rabia del rival.

Zidane cerraba la cuenta con un disparo lejano colocado aprovechándose de la rapidez y el desparpajo de Cicinho. La goleada pudo ser aún mayor con Woodgate y Mejía rozando el gol y Cassano topándose con Gorka en todos sus intentos. Del Espanyol, no hubo noticia, un tiro a puerta en 90 minutos, con disparo blando de Luis García que resume el partido de un conjunto con la mente puesta en la Copa del Rey.