Unos copos de nieve luminosos fueron ascendiendo por el pebetero del estadio de Pieonchang hasta apagar la que durante 17 días ha sido la llama de la paz, aunque dejando un rescoldo de esperanza en que el idilio olímpico entre las dos Coreas siga vivo tras dos semanas de acercamiento. La ceremonia de clausura de los 23º Juegos Olímpicos de Invierno volvió a dejar imágenes para la historia que consagran esta edición como los Juegos de la Paz.

Un vanguardista espectáculo de drones, luces LED y música K-pop guió la ceremonia, en la que las dos Coreas desfilaron unidas, como en la inauguración, aunque esta vez luciendo, además de la bandera unificada, sus respectivas enseñas. Los patinadores Lee Seung-hoon y Kim Ju-sik ejercieron de abanderados del Sur y del Norte, respectivamente.

En el palco, el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y la hija del presidente de Estados Unidos, Ivanka Trump, escenificó el deshielo entre las potencias. «Nos habéis mostrado cómo el deporte une a las personas en un mundo frágil, cómo el deporte construye puentes», dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach.