Cuentan que en el vuelo de regreso a Madrid desde Liverpool varios jugadores dormían a pierna suelta. No fue el caso de Casillas, uno de los más comprometidos con el club. Al meta le importaba un comino haber sido el mejor de un equipo que salió humillado de Anfield y despedido de Europa de la manera más dolorosa. Ayer aún seguía abrumado y no compartía las palabras de Heinze: "Me da igual perder por uno que por cuatro". "Yo me vengo de Liverpool con cuatro goles y no me gusta que me metan ni uno", dijo el guardameta blanco.

Siempre que ocurre un fiasco como el de Liverpool se habla de la implicación de algunos jugadores con el club y con la camiseta que defienden. Algunos son tildados de mercenarios. No es el caso de Iker. Ni mucho menos. Su condición de madridista está por encima de cualquier duda. De no haber sido así, se le podría ver en la Liga inglesa volando de poste a poste y con una ficha muy superior a la que percibe actualmente en el Madrid, donde finalmente se le valoró en el tema económico y se le revisó su contrato con la entidad.