Las victorias cambian a las personas. Y Alessandro Petacchi no iba a ser diferente. El odio que sentía hacia el Tour se ha transformado en un profundo enamoramiento de la ronda francesa. Sumó su cuarta victoria, la 16 de la temporada, y lo que es mejor: se vistió con el jersey verde de la regularidad, la prenda más preciada para cualquier velocista del planeta.

"Ha sido la victoria más bonita de la temporada. Ha sido un bello esprint", confesó minutos después de su victoria. Petacchi tenía razón. Fue un triunfo impresionante, por su poderío, por su gran forteleza.

De nuevo, como el jueves en Nevers, afrontó el instante decisivo de la etapa con su equipo descompuesto. El Fassa Bortolo se quedó sin fuerzas en el momento clave. Y es que su mánager, Giancarlo Ferretti, no anda muy feliz a pesar de los triunfos de Petacchi. Le desespera Aitor González, el líder para la general. Le observa cierto pasotismo y no está muy convencido de que se encuentre en buena forma para el Tour. "Armstrong ya me conocerá en la contrarreloj de Toulouse, lo que querrá decir que lucharé por la victoria", ha prometido González, el ganador de la Vuelta a España.

LIDER Y GREGARIO

Pero las cuatro victorias de Petacchi son un consuelo para la formación italiana. Ayer, el intratable velocista emergió de las entrañas del pelotón en los últimos 50 metros. No se le veía. Nadie sabía dónde estaba. Parecía que Cooke, el australiano, iba a disponer de una nueva oportunidad. De nuevo, no apareció la figura de Freire. Por si fuera poco, Zabel y McEwen se engancharon y se estamparon de bruces. Petacchi los aplastó a todos. Miró hacia atrás y levantó los brazos con una naturalidad sobresaliente.

Ayer pudo ser el último día con el colombiano Peña de líder. Curiosa disciplina la del equipo de Armstrong. Le enviaron a por bidones siendo el jersey amarillo.