España: (16+13+31+17) Calderón (6), Navarro (9), Jiménez (7), Felipe Reyes (20), Garbajosa (21) -cinco inicial-, De Miguel (2), Rudy Fernández (-), Vidal (4), Carlos Cabezas (6) y Vázquez (2).

Israel: (17+16+32+20) Halperin (5), Tapiro (7), Burstein (19), Kozikaro (7), Green (11) -cinco inicial-, Marckovitz (2), Shelef (15), Watson (2), Nissim (-), Hagag (9) y Mizrahi (8).

Arbitros: Drabikovski (UKR), Okhrimenko (RUS) y Tsekov (BUL). Excluyeron por personales a Green (m.39).

Incidencias: Encuentro correspondiente a la segunda jornada de la primera fase del Campeonato de Europa de selecciones disputado en el SPENS Center de Novi Sad ante unos 2.900 espectadores.

España está en cuartos de final, aunque pagó la factura de los dos maratones de fuerza que necesitó para tumbar a Serbia y Montenegro y luego derrotar a Letonia en la prórroga con una derrota frente a Israel, una pequeña mancha en el currículo español. Sin embargo, el equipo de Mario Pesquera logró el primer puesto del grupo, ya que posteriormente los serbios cumplieron el pronóstico ante los letones.

El equipo hebreo no ganaba a España desde hace once años pero, como siempre últimamente, complicó mucho la vida a la selección nacional.

El combinado español sólo dominó el marcador durante los primeros compases del choque (7-3 m.5). Gur Shelef y Tal Burstein, el primero por dentro y el segundo desde el perímetro, fueron la principal arma israelí hasta el minuto veinte dentro de un encuentro de muy baja producción ofensiva (29-33).

DERRUMBAMIENTO Muy poco a poco Israel fabricó una pequeña ventaja para cerrar la primera mitad por delante (29-33 m.20). Sin embargo, la alarma no sonó en España hasta el 45-52 (m.26). En ese momento ya empezaba a notarse la erosión interior de la selección de Sherf. El bando español estaba más intenso en defensa y, aunque atravesaba por el peor parcial de la noche --luego llegó a perder por diez puntos (60-70 m.31)--, también buscaba mejores opciones de ataque, iba más directo a por los pívots.

Green, Gur Shelef y Erez Marckovitz tocaron la cuarta personal antes de que acabara el tercer corte. Israel empezaba a verse en apuros, pero su motivación estaba por las nubes. Tanto que Christopher Watson convirtió una técnica en un estímulo moral. Se encaró con su entrenador, quien desde el banquillo le recriminó por cometer una falta. Llegó a la banda, dio una patada a una silla, dijo de todo a su compañero y recibió una técnica. Pues en vez de acusarlo, Israel lo transformó en una nueva ración de bríos.

A falta de cuatro minutos España perdía por catorce (63-77) y la barrera para caer sin ceder directamente el primer puesto del grupo estaba muy cerca, a sólo tres puntos, porque el límite era de diecisiete. Desde ahí hasta veintidós, el destino apuntaba a la segunda plaza. A partir de veintidós, a la tercera.

El banco español paró el juego para recordar a la gente el peligro que se cernía sobre ellos. En el israelí, justo delante de la tribuna de prensa, Sherf habló a sus jugadores de buscar los dieciocho de ventaja. El peligro, por tanto, era real. El aviso, necesario. La reacción imprescindible.

INTRANQUILIDAD Y España reaccionó. Descontó unos cuantos puntos de la bolsa israelí y pareció que ponía el partido a tiro, aunque eso fuera lo de menos. Lo importante, impedir que la brecha superase los diecisiete puntos, fue lo que pudo hacer, pero la intranquilidad por saber de una vez por todas lo que iba a ocurrir con la clasificación quedó en el ambiente. Luego Serbia cumplió ante Letonia, como era de prever (82-67).