El segmento de los descapotables ha encontrado su filón de oro en los modelos que gracias a la disponibilidad de un techo duro retráctil permiten que con solo apretar un botón se pueda disfrutar de un mismo modelo con doble personalidad: cupé o cabrio. La proliferación de estos modelos es bien evidente y alguno ya lleva más de una generación a cuestas.

Este es el caso del Megane Coupé-Cabrio que nos ocupa y que en esta nueva generación que acaba de lanzar al mercado no solo aporta una imagen mucho más fresca y dinámica, sino también otros aspectos menos vistosos pero muy interesantes como un mejor dinamismo para seguir haciéndolo atractivo a los ojos de quienes buscan un cabrio pero en épocas menos veraniegas quieren disfrutar de un coche cerrado el resto del año. Es decir, por el precio de uno, tener dos.

CARA Y CRUZ Un aspecto interesante es que el parabrisas se ha acortado lo que hace que su pilar lateral sea menos pronunciado con lo que al entrar o salir con el coche abierto hay menos probabilidades de golpearse la cabeza.

Esta nueva generación presenta unas dimensiones algo más grandes respecto a la anterior, con una mayor distancia entre ejes, sin embargo, aunque está homologado para cuatro plazas, las traseras disponen de muy poco espacio para pasajeros de estatura normal. Su acceso, en cambio, es bastante cómodo gracias a que el asiento delantero desliza hacia adelante; éste vuelve a su posición ya que tiene memoria.

Por lo que respecta a las plazas delanteras, ninguna objeción, ya que los asientos son amplios y recogen muy bien el cuerpo. La posición de conducción es buena y la visibilidad es buena, tanto cerrado como, obviamente abierto.

Y ya que hablamos de abrir y cerrar vamos al ±meolloO del modelo. En Renault han decidido que el techo retráctil sea de un cristal oscurecido con un índice protector solar de 35 y que se complementa con una cortinilla fijada al travesaño posterior. Posiblemente en Inglaterra, o en algún país nórdico, este cristal oscuro sea suficiente pero en nuestro país ya es más dudoso, sobre todo en plena canícula. Particularmente no nos convence, transmite calor y demasiada luz al interior. Por otro lado, la operación de abrir y cerrar es muy rápida, sólo 21 segundos, pero el coche tiene que estar parado totalmente. Respecto a la generación, se aprecia un notable salto cualitativo tanto en presentación como en materiales y ajustes.

En cuanto al maletero que presenta un plano de carga bastante bajo, con el techo replegado tiene una capacidad restringida pero aún así es algo más grande que antes, mientras que con el techo extendido, cubica menos que antes pero aún así ofrece una buena capacidad y debajo de la plataforma se aloja una rueda de tamaño normal.

EQUILIBRADO De los tres motores turbodiésel que integran la gama de este cupé-cabrio hemos elegido el intermedio que se nos antoja el más equilibrado para quien busque prestaciones y a la vez consumos reducidos. Es un 1.9 litros con el sistema de inyección directa por conducto común y provisto de filtro de partículas que ofrece 130 CV de potencia. Es un motor que se distingue sobre todo por ofrecer una muy buena respuesta al acelerador desde muy pocas vueltas y también por su gran elasticidad. Sube de régimen sin dificultades hasta la zona roja del cuentavueltas y lo hace con un nivel acústico muy aceptable,en ambas versiones de carrocería.

Capaz de mantener una buena velocidad de crucero, responde muy bien a cualquier solicitud sobre el pedal del acelerador y muestra una muy buena capacidad de recuperación sin tener que recurrir al cambio de marchas, incluso yendo en sexta.

El cambio, manual de seis velocidades, tiene un tacto suave y preciso. En cuanto a los consumos, las cifras homologadas son muy buenas, tanto, que es prácticamente imposible acercarse a ellas. Esta versión va con el indicador de marcha idóneo para optimizar el rendimiento pero la verdad es que ni por esas. En nuestro circuito de pruebas con autopista, carretera y ciudad, el ordenador de viaje arrojó 7,2 litros que es una cifra mejorable.

Con algo más de distancia entre ejes que la generación anterior y un excelente trabajo en materia de refuerzos e incremento de rigidez del bastidor, este cupé-cabrio ofrece una actitud dinámica muy buena. Bien es verdad que en principio un coche de estas características no pide una conducción deportiva, sino más bien lo contrario pero en cualquier caso, las suspensiones han sido calibradas considerando que respecto a la versión berlina hay un incremento de peso. Ofrecen una muy buena relación entre confort y eficacia, absorbiendo muy bien las irregularidades del terreno. La dirección es otro aspecto mejorado, con una servoasistencia de tacto más preciso y rápida respuesta. En cuanto a los frenos, actúan sin problemas ni mostrarse sensible a la fatiga, con un pedal de tacto progresivo.