David Villa, máximo goleador en la historia de la selección española que reapareció después de tres años en el encuentro ante Italia, sufrió en el entrenamiento de ayer «una leve elongación en su musculatura aductora», lo que no le permitirá disputar el partido de mañana en Vaduz contra Liechtenstein.

Según informa la página de las selecciones nacionales, al acabar la sesión preparatoria que dirigió Julen Lopetegui en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, Villa acudió junto a los servicios médicos de la RFEF al hospital universitario Sanitas La Moraleja, en donde se practicó una resonancia magnética para conocer el alcance de su problema.

«Villa permanece en la concentración y su participación en el encuentro ante Liechtenstein el próximo martes dependerá de su evolución», apuntaba el comunicado. Después se confirmó que no podrá estar en el choque de mañana y que regresa a Estados Unidos.

El delantero asturiano del New York City volvió a jugar con España al reemplazar a Isco Alarcón en los últimos minutos del España-Italia, en el que la Roja venció por 3-0. Ganador de una Eurocopa y un Mundial con España disputó su partido número 98 con la selección española, de la que es el máximo goleador histórico con 59 tantos. El público del Bernabéu reclamó su entrada en los instantes finales y, gracias a Lopetegui, Villa está a dos encuentros de ser centenario.

PARA EL RECUERDO / La cita contra los italianos sirvió para confirmar el liderazgo de Isco. Protagonizó el partido soñado por cualquier futbolista, mágico en cada una de sus apariciones, ejerciendo un dominio del juego abrumador. Solo las faltas del rival le pudieron frenar. Túneles para enmarcar, sombreros, asociaciones perfectas con sus compañeros para superar el 90% de acierto en el pase, un doblete con máxima efectividad en sus disparos a Buffon. Isco puso en pie al Bernabéu, se ganó hasta el aplauso del rival como reconoció Ventura, seleccionador italiano, y se erigió como el relevo perfecto de Andrés Iniesta.

También salió triunfante Lopetegui: el seleccionador español tenía decidido recuperar la figura de falso nueve y ni la lesión de Chiellini, que provocó que Italia no apostase por defensa de cinco, le hizo cambiar su hoja de ruta. Consiguió superioridad en la medular juntando jugadores del perfil de Iniesta, Isco, Asensio y Silva. España no necesitó un dominio abrumador de la posesión para encontrar siempre ventaja en el juego entre líneas. Provocó desequilibrio con la movilidad y el cambio de posiciones de su tridente ofensivo. Y cuando tuvo el partido encarrilado, la entrada de un nueve puro como Álvaro Morata sirvió para aprovechar los espacios y castigar las líneas adelantadas italianas.

De Gea dio seguridad al resto del equipo respondiendo siempre bien ante las llegadas aisladas italianas. Un seguro en portería de una España que solo encajó tres tantos en siete partidos de la fase de clasificación.

Además, hubo un ambiente mágico en el Bernabéu. Silenció hasta aquellos que quisieron dar la nota silbando a Piqué para que fuese una anécdota. Fue una noche de magia en el Santiago Bernabéu, de máximo disfrute de una filosofía de fútbol y respeto a los que hicieron historia con la conquista de un Mundial y dos Eurocopas. Iniesta fue venerado y se despidió con una gran ovación del público puesto en pie. Daba igual el club de cada aficionado, la admiración a una leyenda unió a todos con la Roja. Con el triunfo en el bolsillo todo el estadio pidió el regreso de David Villa y se vivió otro momento inolvidable cuando, tres años y dos meses después, el asturiano volvió a disfrutar.