Nadie hubiera dicho que era su primer día en F-1. De no ser por el revuelo mediático a su alrededor, nada, nada, haría pensar que Jaime Alguersuari se estrenaba en su primer gran premio, sin apenas experiencia. Fue de los pocos que no se salió del asfalto y se dio una auténtica paliza de 82 vueltas en un tortuosos circuito bajo un sol de justicia. Con neumáticos usados rodó a dos décimas de su compañero, Sebastian Buemi, con los nuevos y blandos --buscar el límite exige algo más de experiencia-- a nueve décimas. Su padre le había apostado que se quedaría a dos segundos. Pagará con gusto la cena.

No comerá mucho, es cierto. El estómago de papá Alguersuari está lleno de pajaritos. Su madre, Carmen, lo aclara. Jaime padre está nervioso porque es más nervioso. Jaime, hijo, no lo ha estado nunca. "De cero a diez, me pongo un seis", valoró el propio piloto, el chico de 19 años que se sintió "muy cómodo con el coche, es como si lo hubiera pilotado antes". Más que aprender, parece que el chico recordaba.

Felipe Massa tuvo que comerse sus palabras sobre la inexperiencia del novato. "Realmente me ha sorprendido", reconoció. Alguersuari fue de los poquitos pilotos que no se salió del asfalto ni un centímetro. De menos, a más. "Ha completado 82 vueltas sin un errores", explicó y elogió Franz Tost, el director de Toro Rosso.

Ciao Henry , hizo pintar Alguersuari en su casco en memoria de Henry Surtees, uno de sus rivales en F-3 fallecido el pasado domingo tras un accidente en la carrera de F-2 en Brands Hatch. Es cariñoso, tímido, pero valiente.