En Melilla, con Torito bravo de El Fary a todo trapo en la megafonía del pabellón, concluía el martes la temporada del Cáceres Patrimonio de la Humanidad. El recorrido iniciado el 18 de agosto con el primer entrenamiento en la pista auxiliar del Multiusos ha tenido casi de todo, incluyendo un final agridulce al máximo. Este es el resumen de la cuarta temporada en LEB Oro en diez segmentos.

Pretemporada convictoria de prestigio

El equipo de Gustavo Aranzana presentaba numerosas caras nuevas que tenían que acoplarse. Era un equipo más joven que el del año anterior, más barato en lo económico, que dio buenos síntomas en pretemporada, ganando la mayor parte de los encuentros ante rivales de distintas categorías.

El momento culminante fue el 16 de septiembre. Con una gran entrada en el Multiusos, el Cáceres dio la sorpresa venciendo al Real Madrid, que si bien acudió sin varios internacionales que estaban disputando el Eurobasket, sí lo hizo con seis jugadores de alto nivel (Sergio Rodríguez, Carlos Suárez, Jaycee Carroll, Nicola Mirotic, Ante Tomic y Nole Velickovic). Aquel 83-81 en una esplendorosa reacción final calentó los motores de la ilusión para la temporada. Pero quedaba mucho por sufrir.

Para empezar, dos duros revolcones fuera

El primer mes de competición transcurrió marcado por los tropiezos fuera de casa, dolorosos no tanto por las derrotas en sí sino por cómo se produjeron. Tanto en Girona (87-72) como en Granada (96-92 en la prórroga), el equipo dispuso de cómodas ventajas que desperdició inexplicablemente. Eso se compensó superando en casa a Melilla (85-72) y a León (83-78), con solvencia pero tampoco mucho brillo.

A esas alturas ya empezaba a cojear el rendimiento de las dos apuestas de mayor riesgo de la plantilla, dos jugadores sin experiencia en el baloncesto profesional europeo como Carleton Scott y Justin Sedlak.

Racha de derrotas y llega el primer cambio

El calendario se puso en cuesta entonces. Se perdieron los tres siguientes encuentros ante favoritos para el ascenso, Ford Burgos (68-77), Menorca (84-61) e Iberostar Canarias (80-97). No bastaban las descollantes actuaciones de José Angel Antelo, que ya se había convertido en el referente anotador.

La previsible decisión para intentar mejorar fue la rescisión del contrato de Scott, que además acababa de sufrir una pequeña lesión. Sus 1,3 puntos de valoración por partido le convierten en el peor americano de la historia del baloncesto cacereño, todo un contraste con, por ejemplo, la exhibición que había dado en pretemporada frente a un rival de LEB Oro como el Palencia (22 puntos y 9 rebotes, 41 de valoración). Un caso extraño.

Cuatro victorias que no facilitan la paz

Llegó Dreke Bouldin, un veterano que llevaba casi un año sin jugar. El equipo evitó la cuarta derrota consecutiva en otra prórroga, esta vez en la pista de La Palma (78-85), aunque muy cerca estuvo de repetir la historia de Girona y Granada. Y luego enlazó otra prórroga victoriosa ante un equipo de arriba, el Lleida (88-85). Sin embargo, en Palencia, una semana después, perdió 14 puntos de diferencia en el último cuarto (80-76) y unas declaraciones de Aranzana mencionando la escasa fiereza defensiva y reboteadora de Juan Sanguino --que jugó dos minutos-- enturbiaron más todavía el ambiente.

Siguiendo la tónica de los altibajos, dos victorias sin brillo ante Huesca (71-64) y Tarragona (79-82) volvieron a acercar al Cáceres a las anheladas plazas de playoff .

Navidades calientes en el Pabellón Multiusos

Llegó entonces un momento negro que marcó gran parte de lo que faltaba: tres derrotas consecutivas en el Multiusos, todas ellas con pésimo juego y el público silbando desde la grada. Fueron ante Navarra (75-84), el colista Clínicas Rincón (74-81) y el recién ascendido Rioja (85-86).

El equipo se mantuvo a flote gracias a que intercaló dos triunfos a domicilio, el primero con sorpresa ante Breogán (79-81) y el segundo en la pista del Logitravel Mallorca (83-88). De no haberse producido resulta difícil imaginar que Aranzana hubiese terminado la temporada.

Transición y refuerzosbuscando la reacción

El 8 de enero, un domingo por la mañana, las piezas sí encajaron en casa frente al Girona (93-75) y unos días después se rozó el triunfo en Melilla tras una gran remontada (85-83). Sin embargo, la derrota posterior ante el León hizo mucho daño (95-91).

El club decidió darle un giro importante a la plantilla. Prescindió de un Bouldin que apenas aportaba más que Scott y para su sustitución se encomendó a dos nacionales: el viejo conocido Francis Sánchez y un intimidador que no había lucido demasiado en la LEB Oro como Sergio Olmos. Ya con ellos en la pista, se cumplió el pronóstico ante un Granada, pese a desangrarse, presentó mucha batalla y sembró dudas (78-75).

Ganar siempre en casay perder siempre fuera

Sánchez y Olmos elevaron el nivel del equipo... solamente en casa, donde se convirtió en poco menos que indestructible. Ante Menorca realizó un partido muy completo (80-72), lo mismo que ante La Palma (90-78) y Palencia (93-76). Fuera, seguía sin dar ni una, sobre todo en pistas complicadas como las de Burgos (85-75), Canarias (80-71) y Lleida (69-65).

Ya sin Asier Zengotitabengoa en la plantilla --no se le sustituyó--, ganar en el Multiusos y perder en los desplazamientos no permitía que las cuentas saliesen para acabar entre los nueve primeros. El equipo tuvo otra mala noche en Huesca ante un rival que estaba en crisis (71-66), cumplió frente al Tarragona en casa (71-59) y volvió a recibir otro golpe de órdago en Pamplona, donde el Iruña Navarra le clavó un 16-0 en el último cuarto. El 84-76 final no dejó más margen de error y la palabra 'fracaso' empezó a rondarle al vestuario, que, como se confirmaría luego, se picó .

Salvando los muebles en el esprint final

Irremediablemente, había que ganar los cuatro partidos de liga regular que faltaban... y se consiguió. Mejorando poco a poco en la actitud y el acierto, casi todas las victorias fueron bastante holgadas ante un Breogán que estaba enrachado (78-64), Clínicas Rincón (62-67), Logitral Mallorca (102-82) y la última, en un auténtico cara o cruz, ante otro aspirante a la novena plaza, el Knet Rioja (76-94).

El virus fuera de casa parecía terminar por fin y se encaraban los playoffs con una considerable sensación de alivio frente al máximo favorito para el ascenso, el Ford Burgos.

La apoteósica gesta de 'El Plantío' el 15-M

Sin presión, el Cáceres pareció flojear en el inicio de la serie de cuartos de final. El ominoso 94-71 (la diferencia llegó a acercarse a los 40 puntos en un momento del choque) dio paso a una inesperada victoria en el segundo partido (68-74).

De vuelta al Multiusos, el equipo se sobrepuso a perder en un final apretado el tercero, ya que el triple de Jerome Tillman entró y no el de Dani Rodríguez (66-68): forzó el quinto con un 84-77 bastante sencillo.

Llegó entonces el momento culminante de esta temporada y probablemente también el del último lustro del basket local: la sorpresa de El Plantío , calificado en aquel momento como el Antelazo . El gallego --centro de las iras de la hinchada local-- fue el héroe de un grupo de héroes que en una pista hostil eliminaba al subcampeón de la liga regular (74-77).

Melilla, entusiasmo, drama y desilusión

Tocaba Melilla en las semifinales del ascenso. El pulso no pudo empezar mejor para los extremeños, que, pese a no tener a Antelo ni tampoco a Robles (lesionado en el tercero ante Burgos), vencieron en la ciudad autónoma mostrando una enorme superioridad (63-79).

Los tres siguientes choques se resolvieron en la última jugada. En el segundo, Salva Arco cortó la remontada que encabezó a base de triples Francis Sánchez (93-91) y en el tercero, Antelo, que reaparecía, culminó con un palmeo ganador un partido monstruoso (85-83). Eso dejaba un match ball en casa para Cáceres, que, arropado por más de 4.000 espectadores y un ambiente muy cálido, no supo culminar la pequeña ventaja que había cogido y, tras una dudosa falta que supo aprovechar Arco desde los tiros libres de nuevo, no llegó a lanzar a canasta en la última posesión (80-81).

El último capítulo es también muy reciente. El 91-81 del pasado martes en Melilla --una derrota sin paliativos tras perder rápidamente una cómoda renta en el segundo cuarto-- cierra una temporada de altos y bajos y la mejor clasificación de la historia del club en LEB Oro, quinto.