Tengo que reconocer que no soy del todo imparcial cuando se trata de opinar sobre los llamados deportes de contacto en la comunidad. Y es que en Extremadura tenemos la suerte de que sus dirigentes son gente que lo da todo a cambio de muy poco y que pelean extraordinariamente por hacer subir el nivel en medio de unas carencias económicas y logísticas muy grandes.

El pasado sábado asistí en Malpartida de Cáceres al Campeonato de Extremadura absoluto de Lucha Sambo. Evidentemente, solamente los practicantes y especialistas conocen las interioridades y particularidades de este deporte. Sí que salí convencido, y casi abrumado, del respeto con el que se tratan todos los deportistas, incluidos a los árbitros. Me llama la atención que estos tengan incluso la admiración de los luchadores, que ponen todo lo posible por ganar, pero no a cualquier precio, sino apelando al talento y la fuerza como argumentos.

En la lucha, los deportistas se emplean con vehemencia, pero ya he subrayado antes que se respetan, incluido a los árbitros, a los que no se les puede protestar so pena de descalificación, sin zarandajas ni ambages.

El abrazo de los contendientes al final es la expresión máxima de la filosofía de la lucha. Por supuesto, el protocolo interiorizado también obliga a saludarse y desearse suerte desde el inicio. Qué bonito, qué bello es el deporte cuando este espíritu se impone.

José Marcía García es el presidente de la territorial, como el Maestro Kim Young Goo lo es de taekwondo o Daniel Timón de karate. Conozco menos las interioriades de judo, por cierto de grandes resultados y polémico proceso electoral. A mí sobre esta gente solamente se me ocurre quitarme el sombrero. Y en todos, con éxitos nacionales e incluso internacionales. Casi anónimos, estos tipos y sus equipos me parecen triunfadores.