Los partidos de fútbol los ganan los pequeños detalles, a menudo mucho más que las tácticas acertadas, la valentía de los entrenadores o el estado de gracia de los jugadores. Ayer, en el Príncipe Felipe, se dio el enésimo caso. El Extremadura no fue mejor que el Cacereño, pero aprovechó mejor las coyunturas puntuales favorables que se le presentaron para superar a su oponente, un equipo al que se le acaba la flor que le había distinguido en los últimos tiempos.

Como buen derbi, el choque tuvo escaso fútbol, muchos nervios y un arbitraje polémico. Los azulgrana fueron a remolque en el primer tiempo en cuanto a dominio, pero la efectividad defensiva y atacante --una opción clara, un gol-- le dieron una renta que suministró con criterio.

Salió el Cacereño a por el partido y dominó a su antojo, con una mayor agresividad en el centro del campo. Pedro García, a la salida de un córner, tuvo en su cabeza el 1-0 (min. 2), pero el duelo estaba destinado a tener color azulgrana. El campo de juego, en malas condiciones, no permitía florituras y los 22 jugadores se empleaban con dureza, a veces excesiva, lo que calentó el choque. A ello ayudó un mal árbitro, que empezó con matiz anticasero y terminó beneficiando a los de Francisco.

ORDEN VISITANTE

Al Extremadura le salvó su orden en defensa y el criterio de sus dos medios centro, Lolo y Pedro José. A este último, un viejo conocido de los derbis, con Manuel, es imposible verle tocar mal de cabeza. Además, llega a todas y proporciona un equilibrio capital para un equipo, el almendralejense, con menos talento que el Cacereño, pero quizá con más oficio.

El partido transcurría casi siempre en terreno azulgrana, con pocas oportunidades y muchas brusquedades. De nuevo Pedro García, en inmejorable posición, perdonó el gol inaugural (min. 27).

Apareció Elías tras el rechace en un saque de esquina, y de zurdazo impresionante adelantó a los visitantes. El tanto aplacó a los verdes, que no levantaron cabeza hasta después del descanso, entre otras cosas porque vivió pendiente del trencilla demasiado tiempo. El último tramo estuvo marcado por los incidentes derivados de la reclamación cacereña de que Samuel había acumulado dos tarjetas y debería haber sido expulsado. Craso error: el defensa izquierdo sólo tenía una amarilla y el colegiado, un inepto futbolístico, acertó por una vez en el choque.

El segundo acto marcó una nueva aceleración local. De nuevo Ismael Díaz, el técnico que apuesta siempre a caballo ganador, hizo un cambio ofensivo: quitó a un defensa (Caballero) y colocó a otro delantero (Tariq), para acompañar a Nacho Garrido.

Pero el pequeño y definitivo gran detalle que marcaría el partido llegaría pronto, para aplacar la furia verde. Dani Fragoso arrebata el balón a Cobos en una falta de tarjeta y el Extremadura monta un espectacular contraataque, con una carrera de Manuel cortada en falta por Guy. Segunda tarjeta, expulsión y tan mal panorama para los anfitriones como el tiempo reinante.

El Cacereño, con diez, jugó ya contra un Extremadura muy inteligente, que administró los tiempos y contragolpeó al toque de manera magistral. La salida de Enrique --qué hace aún de suplente, habría que preguntarse-- era la esperanza local, aunque el mazazo definitivo llegó tras un fallo del meta Félix Campo, tras un córner botado por Capi y remachado en el barullo consiguiente por el ominipresente Pedro José (min. 74).

FURIA LOCAL

Por ahí parecía que terminaba cualquier esperanza cacereña, que sin embargo se lanzó a tumba abierta, con diez y con sus jugadores colocados en un puzzle insospechado por lo inédito: Juanma Cruz terminó como lateral fijo. La batería de puntas (Francis, Garrido, Tariq y Enrique) provocaron un final emocionante.

Pese a las contras claras de los visitantes, fueron los cacereños los que más flirtearon con el gol. Un tiro de Francis se debatió entre el poste y un defensor almendralejense (min. 79) y un trallazo de Enrique se fue al palo a continuación.

Con el partido loco y teóricamente visto para sentencia, Enrique acertó a rematar a gol una semivolea (min. 85). Con el choque envuelto en la polémica, el Cacereño buscó el empate en el arreón final, pero el Extremadura guardó su puerta con diligencia para llevarse tres puntos merecidos si se hace caso a la ley del fútbol, que prima la efectividad.

El Cacereño, que no había encajado ningún gol en su estadio en lo que va de liga, ve frenada así una trayectoria notable, en tanto que el Extremadura cierra su crisis parcialmente con un triunfo balsámico. El derbi, en fin, fue un derbi.