Ansiosa por alcanzar el rango de las selecciones que se mueven por los grandes campeonatos como por su casa, España vuelve a tener ante sí, dos años después, la oportunidad de reivindicarse en un partido grande. De los más grandes, porque Italia es la actual campeona del mundo y sí es de esas que suelen abrirse paso en estos trances con la autoridad que le otorga un currículo preñado de títulos y una nómina de futbolistas especialmente dotados para alcanzar las últimas rondas. No importa que su fútbol no sea el más vistoso, que haga de la especulación su forma de supervivencia o que echase a andar el pasado día 9 con una goleada en contra a cargo de la ya eliminada Holanda. Italia asusta siempre y nadie lo quiere admitir nunca. Ni los internacionales españoles, que están obligados a reafirmar sus posibilidades de progresar hacia semifinales con la íntima convicción de que están ante una ocasión única, ni Luis Aragonés, gran admirador del modelo italiano, a quien le cuesta un mundo esconder la tensión en los momentos más relevantes de su dilatada carrera. Llevar a España a cotas inalcanzables durante décadas le situaría por encima del resto de los mortales. Y puede que, en su anunciada despedida, disfrutase más restregando su éxito a quienes le han atacado que celebrándolo con el orgullo legítimo de los grandes profesionales.

Tampoco nunca los aficionados exteriorizarán su posible pesimismo en unas vísperas tan calientes. Los sentimientos que les mueven siempre apuntan hacia lo maravilloso, lo épico y lo improbable. En Austria no se ha levantado la marea roja que quiso colonizar Portugal, pero sí que, desde una cierta cautela, se ha despertado en sus ánimos la firme esperanza de una vendetta esperada largamente.

88 AÑOS España solo ha ganado una vez en partido oficial, y fue en 1920 en los Juegos de Amberes. Frente a la autoafirmación que hacen futbolistas e hinchas italianos de sus seculares valores competitivos, los seguidores españoles expresan con indisimulado entusiasmo el placer que les generaría el triunfo.

España fue recibida en Viena ayer al mediodía al grito de "el día 22, Italia dice adiós". Una frase que echó a rodar en el momento en que los italianos se ganaron el pase a cuartos, entre otras cosas gracias a la honradez de Holanda, y que no ha hecho más que multiplicarse hasta copar todos los rincones del centro de Viena, donde ayer había mayoría hispana. En el estadio será otro cantar. En el recinto que ha relevado al viejo Prater se juntarán no menos de 15.000 españoles, que estarán en minoría. En la calle se quedarán por lo menos el doble.

La mayoría están ya al tanto de que el 22 de junio no ha sido nunca una fecha favorable. En 1986 y en el 2002 España cayó en cuartos en los mundiales de México y Corea, frente a Bélgica y Corea del Sur, respectivamente. En 1996 ocurrió lo mismo en la Eurocopa de Inglaterra ante la anfitriona. En Portugal no hubo opción de llegar a ese día porque no se pasó de la primera fase. Y en Alemania, hace dos años, el calendario estaba más avanzado y España tuvo que dejarlo en octavos un 27 de junio. Lo que pocos sabían es que la única Eurocopa que ha levantado la selección española, la de 1964, se ganó un 21 de junio, un día antes de la fecha prevista para el partido, adelantado por una decisión política.

Luis ha pasado página para zanjar la segunda minicrisis que provocó la trifulca con Ramos y ha recuperado el mensaje de la cohesión como el gran activo español. "Tengo un grupo que se merece de una vez por todas que se corte ese problema que tenemos en España. Estamos en una dinámica ganadora desde hace más de un año, pero tengo un gran respeto por Italia, que sí que es ganadora de verdad", dijo ayer Luis Aragonés, que no descartó alguna sorpresa en la formación titular.

UN RIVAL EN PROGRESION El mensaje que Roberto Donadoni quiso transmitir a los suyos fue en la misma dirección. "No estamos en las mejores condiciones, pero hemos ido creciendo. Hay que creer en la unión para representar a un país", afirmó el técnico italiano, que no espera encontrar a un rival resignado a fallar otra vez: "España tiene jugadores excelentes. Es verdad que como selección nunca han ganado nada, pero seguro que tienen mucha hambre y ganas de cambiar las cosas".

Villa, que tenía 12 años cuando Tassotti le rompió la nariz a Luis Enrique, explicó que él también sufrió con aquella manera de perder. Pero no lo tiene en mente ante el partido de hoy. "No buscamos revancha ni venganza, sino simplemente ganar para estar en semifinales y seguir en la Eurocopa, en la que tenemos muchas esperanzas", apuntó el que por ahora es el máximo goleador del campeonato.