La mueca de Ron Dennis desde su puesto de control en el pit-lane no era sólo de decepción. Había algo de cabreo, de rabia. Bruce McLaren le entregó el testigo del equipo en la década de los 70 y desde entonces ha coleccionado 11 títulos mundiales de pilotos y 8 de constructores. Nadie en el paddock puede presumir de semejante récord. Ni Jean Todt ni Michael Schumacher se acercan a su palmarés. Dennis es un gran competidor. Como buen inglés sabe perder y reconoce la superioridad del rival, pero le revienta, le escuece, le atormenta regalar los triunfos. Y entre las roturas de motor y los errores del colombiano Juan Pablo Montoya ha depositado un saco de puntos a la puerta de Renault.

Sin suerte

Ha construido el mejor coche, pero tiene prácticamente perdido el título de pilotos y no acaba de dar un golpe de efecto en el de constructores. Dennis no ha visto un doblete de su equipo este año, en realidad lo echa de menos desde Austria-2000 y lo necesitaba para llegar con opciones al título de pilotos en las dos últimas carreras y para poner nervioso a Renault. Pero tampoco llegó en Spa. "Mis dos pilotos han hecho un trabajo impresionante que no ha tenido la recompensa que merecíamos", dijo al término de la carrera. "Kimi ganó de una manera disciplinada y controlada en condiciones muy difíciles y Juan Pablo fue la víctima inocente del error de otras personas".

Montoya no fue el causante del accidente. Antonio Pizzonia le embistió por detrás cuando quería desdoblarse. Los comisarios encontraron culpable de la maniobra al brasileño. Pero Pizzonia había completado una vuelta intentando adelantarle tras colocar neumáticos de seco. Puede que la culpa haya sido suya (le costó 8.000 dólares de multa), pero sin nada que rascar por delante, y con Fernando Alonso a 20 segundos, ¿por qué Montoya no dejó pasar a un piloto doblado? La pataleta se tradujo en 2 puntos más para Alonso en el Mundial de pilotos y 10 menos para McLaren en el de constructores.

"Siempre es duro retirarse de una carrera, y más cuando es por por causas ajenas a ti", lamentó el colombiano. Lo peor es que cometió un error similar dos carreras a atrás, en Turquía. Allí se lió al doblar al límite a Tiago Monteiro, arriesgándolo todo por nada. En Estambul también cedió el segundo puesto a Alonso. En Hungría, pasó por encima del compresor de Jenson Button cuando llevaba el coche a la parrilla de salida y el salto acabó rompiéndole el palier. En Canadá, se saltó un semáforo en rojo al salir del box y, en Bahrain e Imola, no pilotó porque se recuperaba de una fractura en la clavícula producida jugando al tenis.

Dennis fichó al colombiano a golpe de talonario para disponer de los dos mejores pilotos con el mejor coche. Pero a tres carreras para el final, casi ha perdido el título de pilotos y no acaba de colocarse primero en el de constructores. Y lo peor es que un latino, un español, el más joven de la parrilla le va a birlar el campeonato con un Renault. David le ha dado otra vez a Goliat. Por eso, Dennis no subió al podio como jefe del equipo vencedor de Spa.

En silencio, Ron Dennis le admira. No quiere reconocerlo abiertamente, pero le gusta, y quizá le fiche cuando se vaya de las garras de Flavio Briatore.