Al mismo tiempo que en Barcelona los periodistas no daban a basto para cubrir la cadena de dimisiones de la directiva blaugrana, en el Príncipe Felipe, el presidente del Cacereño, Félix Campo, y el vicepresidente deportivo, Juan Ojalvo, llamaban a consulta al, hasta ese momento, entrenador del equipo, Bernardo Plaza.

A las 18.45, el técnico emeritense llegaba junto a su preparador físico, Javier Serradilla, al estadio, atravesaba la puerta que da acceso a las oficinas --puerta Tomás Pérez--, saludaba a Aguinaga, a Pedro Rossi y a Gil Carlos, charlaba un rato con ellos, y desaparecía por el pequeño pasillo que llega al despacho del presidente. En la calle, 33 grados de temperatura y dentro de las instalaciones verdes, todo el pescado vendido.

En menos de quince minutos --contando los hola que tal y los bien, gracias -- Bernardo Plaza volvía por sus mismos pasos, eso sí, con el finiquito en el bolsillo pero sin las preocupaciones de confeccionar una plantilla para el año que viene. Algo menos tardó Serradilla, que también recibió su cheque final de temporada. Adioses a los Aguinaga, Rossi, Gil Carlos y demás gentes del Cacereño que pasaban por allí, y punto y final. A otra cosa.

El futuro proyecto

Si Bernardo Plaza, sin ningún tipo ya de vinculación contractual con el Cacereño, reconocía, con una sonrisa inhabitual en él durante la temporada, que no tiene ofertas por el momento, "nada de nada, pero si me buscas algo, estupendo. Pero que sea bueno. Como mínimo, para jugar la UEFA"; en la sede del club se empezaba a trabajar en convencer a Iglesias para que sea su próximo entrenador, que como Plaza, tampoco entrenará este año en competición europea.

Con el sol ya escondido, en el Príncipe Felipe las luces seguían encendidas y los teléfonos sonaban de vez en cuando. Y es que son muchas las cosas que tiene pendiente el presidente Félix Campo. Entre ellas, y sin olvidar que la prioridad es encontrar al nuevo técnico, la continuidad de muchos jugadores que acaban contrato y qué hacer con futbolistas con más temporadas firmadas como Rocha, a los que no les importaría cambiar de aires. Todo se andará.