El 27 de diciembre se va a instaurar como nueva fecha para celebrar el Día del Orgullo ... Nada tiene que ver con reivindicaciones sobre inclinaciones sexuales ni nada por el estilo, sino con el orgullo de ser extremeño. De ser extremeño y que te guste el fútbol. Ayer en el Príncipe Felipe jugaba la selección regional y el mayor espectáculo se vivió sobre la grada. El partido no tuvo demasiado brillo en lo deportivo, pero sí fue de admirar el calor que se vivió en la grada del estadio cacereño. Osadía la de calificar el ambientazo del campo como calor cuando la climatología fue tan gélida. Aguantar este intenso frío convirtió en más que héroes a los 3.000 aficionados que apoyaron desde las butacas, entre bufandas, mantas y alguna bebida espirituosa...

Que la selección de los extremeños estuviera tan bien arropada frente a Perú fue sin ningún lugar a dudas el mayor premio que se llevó la federación territorial, que en su organización de este partido ha encontrado mil y una adversidad.

Los autocares de distintas zonas de la región colapsaban las inmediaciones del estadio más de media hora antes del saque inicial. La venta de banderas regionales, pero ¡sobre todo bufandas! congregaba a los aficionados alrededor de un puesto ambulante que no parecía sentir la crisis.

Apoyo masivo

Pero al entrar a la tribuna del estadio el gentío daba la bienvenida. Pocos creían que en una tarde tan fría, Manolo y sus muchachos iban a ser capaces de congregar a tantísima gente. Y es que no se recuerda un ambiente parecido en el campo cacereño desde el 2002, cuando el equipo local peleaba por el liderato de Segunda División B con el Cádiz. La preferencia, ante la lluvia, muchos aficionados tenía ya con los 50 valientes que se ahorraron dos euros por no estar a cubierto.

A falta de rostros más conocidos --tómese como referencia el pedigree de Morientes o César--, la salida al palco del presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, concitó las miradas de muchos de los aficionados que habían oído hablar de que el extremeño de los extremeños iba a estar allí. Vara hasta tuvo que fotografiarse con seguidores que ocupaban las butacas próximas al palco.

El himno de la comunidad encabezó el partido y los aficionados cantaban al puro estilo You´ll never walk alone de Liverpool, aunque la falta de costumbre mostraba una evidente descoordinación. En cualquier caso, la intención es lo que cuenta.

En la presentación ´uno a uno´ que se marcó el speaker , los más aplaudidos fueron Rocha y Rai, por su condición de locales, pero sobre todo Enrique, jugador del Cádiz y símbolo de la época más gloriosa del Cacereño.

En el Príncipe Felipe, el frío se combatía de muchas maneras, una mantita por acá, un gorro con orejeras como el del Chavo del Ocho por allá... Pero lo que no se le ocurrió a nadie fue seguir ese hábito que se ha puesto desgraciadamente de moda en encuentros de otras selecciones autonómicas que pasa por quemar banderas. Aquí las insignias españolas son fruto de orgullo, así que nadie estuvo por la labor de improvisar una hoguera independentista.

Enseguida arrancó el segundo partido de la historia de la selección autonómica. Si el año pasado se ganó al combinado de Guinea Ecuatorial en Badajoz, este año tocaba hacer lo propio con el de Perú. El partido transcurría, el marcador se puso adverso y al final una discutidísima acción terminó en un penalti que el local Rai convirtió en el 2-2 final. A pesar de que esta vez no se ganó como en el Nuevo Vivero hace un año, el sabor de boca también fue bueno.

Pero si el extremeñismo fue el sentimiento que mayoritariamente invadió la grada, tampoco se puede dejar atrás que más de cien peruanos arroparan a los 18 jugadores que se enfundaron la camiseta de su país. Estar a 9.000 kilómetros de distancia de tu lugar de origen hace brotar sentimientos muy profundos, aunque no te guste el fútbol. Lo dicho, que el de ayer fue el Día del Orgullo . De ser peruano... o extremeño.