El Plasencia de baloncesto es, hoy por hoy, junto al Badajoz de fútbol, el club extremeño que más satisfacciones está dando a su afición. Es sencillamente impresionante: seis partidos disputados, seis triunfos, el último de muchísimo prestigio ante el CAI Zaragoza de Alfred Julbe. Todo un logro por la modestia de su estructura y la fortaleza de la categoría de la Liga LEB.

Tiene mérito, mucho mérito, la trayectoria del club de la capital del Jerte, aunque en el seno de su directiva haya gente que, en lugar de celebrar sus triunfos, esté más preocupado de poner zancadillas al hermano Cáceres, lo cual da buena idea de que en esta comunidad existen todavía restos de provincianismo más propios de otras épocas.

Lo impresentable de personajes de esta guisa no empaña, insisto, la excelente campaña del equipo extremeño, que se codea con los grandes basado en el trabajo de sus jugadores y técnicos y también, por qué no, de Antonio Martín Oncina, un tipo que ha liderado la revolución y que, por supuesto, está muy por encima de alguno de sus colaboradores. El proyecto placentino nos ilusiona, como también el del Cáceres, el del Badajoz, el del Cacereño, el del Don Frío, el del Extremadura (pese a todo)..., pero no nos hacen gracia alguna algunos de sus dirigentes. Menos mal que el deporte, también, deja a cada uno en su sitio, antes o después.