Cuando Guillermo Corrales tenía apenas dos años, Sergio Pérez afrontaba su primera temporada en el baloncesto profesional. Uno es de 1995 y el otro, de 1979, pero hay un vínculo obvio que los une: esta será su tercera temporada compartiendo pista en el Cáceres Patrimonio de la Humanidad.

El club aprovechó ayer su acto publicitario-desayuno-entrenamiento en el hotel Barceló V Centenario para sacar a los micrófonos a dos de sus emblemas. Pérez, como es habitual, mostró su perfil de perro viejo, de tipo que se las sabe todas. Parecía que se iba a retirar, pero renovó. «Físicamente me encontraba bien y hay mucha afinidad entre el club y yo y decidimos alargar un poco más el chicle», soltó, en plan coloquial.

Pero el madrileño-griego no estaba para grandes respuestas. «¿Objetivo de la temporada? Para mí, pasar esta pretemporada. Tenemos mucho trabajo, pero venimos mentalizados, con las pilas cargadas. Tenemos que ir día a día. Cuando empiecen los partidos amistosos, ya veremos qué se puede ir mejorando», afirmó. Entre risas, no pudo evitar la frase «correr es de cobardes», aunque aclaró que «tener un buen fondo es muy importante».

Por allí andaban los demás, con muchas bromas entre croissants, frutas y zumos. A la mesa miraba de reojo con ansiedad Corrales cuando salió a la palestra. «Cáceres es mi casa. He estado aquí tres años magníficos y tengo ganas de dar un paso más en este», comentó. Se perfila como base titular tras la marcha de José Marco y la llegada de Pol Olivier, pero prefirió ser prudente. «Seguro que nos complementaremos los dos», pronosticó.

Sí que fue más entusiasta que Sergio Pérez cuando se le cuestionó por las metas concretas: «Al empezar uan temporada, siempre son las máximas. Vamos a competir todos los partidos y a intentar estar lo más arriba posible. Si empezamos a ganar partidos y cogemos confianza, ¿por qué no?. Estamos trabajando muy bien».