Denis Istomin, número 117 del mundo, de 30 años, que estaba en el torneo gracias a una invitación, ayer removió los cimientos de la Rod Laver Arena de Melbourne al echar al rey del Abierto de Australia, Novak Djokovic, defensor del título y seis veces campeón del torneo. El tenista nacido en Rusia pero de nacionalidad uzbeka dio un golpe que ni él mismo podía creer cuando casi cinco horas después de lucha intentaba explicar sus sensaciones en la pista a Jim Courier, campeón del torneo también en dos ocasiones que sonreía ante su proeza.

«No se que decir, no me salen las palabras para expresar cúal es mi sentimiento», decía a los 17.000 aficionados que habían visto ganar a Djokovic por 7-6 (10-8), 5-7, 2-6, 7-6 (7-5) y 6-4. La estadística del partido es demoledora: el serbio cometió 72 errores no forzados. No hay mucho que explicar. «No supe elegir los momentos importantes», admitió.

Como «un accidente» catalogó Nadal la eliminación de Djokovic, después de clasificarse para la tercera ronda al vencer al chipriota Marcos Baghdatis por 6-3, 6-1 y 6-3. Él sufrió un golpe parecido el año anterior cuando Fernando Verdasco le mandó a casa en primera ronda. «Todo el mundo puede perder. Somos humanos», dijo.