Luis Miguel Gracia, Luismi para los amigos y para el mundo del fútbol, parece un tipo totalmente distinto al que se marchó de Cáceres hace justo diez años. Entonces era apenas un adolescente lleno de sueños de Primera División, en la que llegaría a debutar fugazmente con el Espanyol; hoy, un gladiador de la Segunda B y alguien feliz porque se ha quitado un peso de encima. El domingo marcó ante el Getafe B sus primeros goles con el Cacereño, una asignatura pendiente que empezaba a azuzarle.

"Ha sido sobre todo ahuyentar los fantasmas, porque siempre he metido goles en esta categoría y era raro que aquí no lo estaba haciendo. De todos modos, estaba tranquilo, entrenando y jugando bien. Tenía que llegar", cuenta.

Pese a la sequía de cara a la meta rival --es más bien un segundo delantero que entra por banda, no un nueve --, nunca perdió la confianza ni de Manolo ni de José Luis Montes. "Les estoy muy agradecido", responde, reconociendo que tenía una presión extra por el hecho de ser de Cáceres y llegar casi a última hora con la etiqueta de fichaje estrella . "Siendo de aquí y viniendo de categorías superiores es lógico que te miren con lupa, te exijan más. El primero que hace esto es uno mismo", asegura.

Inevitable resulta preguntarle sobre la metamorfosis de los verdes desde que llegó Montes. "Parece que nos han operado a todos, pero son circunstancias del fútbol, que a veces entras en dinámicas negativas y no te sale nada. Ahora es todo lo contrario. ¿La clave? Todo el mundo ha estado al cien por cien con la idea del míster y así, los resultados llegan", responde el jugador, de 27 años.

¿Y el futuro? La pócima mágica está en la paciencia. "Hay que ir paso a paso, ser prudentes, porque las rachas buenas también se acaban. Lo que hay que hacer es no perder la capacidad de sacrificio que estamos demostrando y luego ya se verá", apunta Luismi.

Según asegura, no tanto ha cambiado en el Cacereño desde que fue traspasado al Espanyol en la temporada 2000-01. Todavía le queda la espina de no haber subido aquel año. "Los directivos son distintos, pero no algunos trabajadores del club, que son los que te dan la atención y el cariño", indica.