La selección española de ciclismo volvió a cosechar un importante y merecido éxito por el buen hacer de sus componentes y como recompensa se llevó la medalla de oro con Igor Astarloa y la de plata con Alejandro Valverde en la prueba reina de los mundiales.

Este logro no es ninguna sorpresa, pues en la partida los españoles eran la escuadra a batir, pero demostraron tranquilidad y aplomo en los pocos momentos complicados que hubo y de esa forma igualaban la hazaña conseguida en la edición de 1995, en la ciudad colombiana de Duitama, cuando Abraham Olano lograba el oro e Indurain la plata.

Mejor imposible para el conjunto español, al que se le pusieron mal las cosas, ya que a las primeras de cambio, en la vuelta inaugural, cuando tan sólo se llevaban unos ocho kilómetros, Oscar Sevilla se vio involucrado en una caída masiva y el resultado no pudo ser más nefasto: abandono. Afortunadamente la carrera fue más tranquila de lo esperado y la baja del que iba a ser el comodín del equipo apenas se dejó notar. Astarloa, que logra así el triunfo más importante de su carrera, tardó en lograr el oro, en recorrer los 258,3 kilómetros 6 horas, 30 minutos y 19 segundos lo que significa una velocidad media de 40,029 k-h. A una docena de segundos llegaba el pelotón principal comandado por Alejandro Valverde que ponía la guinda a esa exhibición.

La prueba de fondo para profesionales puso el punto final a los mundiales de Hamilton y no resultó todo lo brillante que se esperaba, pues el circuito preparado para la ocasión, poco a poco fue dejando claro de que no era tan duro como lo pintaban y por ello que, con 258 kilómetros, el tedio y el aburrimiento fueran la nota predominante durante la totalidad de la jornada.

Los corredores españoles también aparecían por esos primeros puestos, pero dejando el peso de la carrera en manos de los italianos, aunque de vez en cuando lanzaban algún que otro aviso al meter a algunos de sus corredores en cortes.

GUERRA ESPAÑA-ITALIA

Españoles e italianos seguían su guerra particular haciendo gala de una tranquilidad pasmosa y una disciplina ejemplar, lo que permitió que otros equipos también con grandes rodadores en sus filas, caso de belgas, holandeses y suizos principalmente, pasaran a un primer plano por algunos momentos, pero sin lograr aprovecharse del marcaje Bettini-Freire.

Fue a mitad de la última vuelta cuando el pelotón despertaba definitivamente de su letargo. Se formaba un grupo de media docena de corredores, con el italiano Paolo Bettini, el holandés Michael Boogerd, el danés Bo Hamburger, el suizo Oscar Camenzind, el belga Peter Van Petengem y el español Igor Astarloa.

Fue la escapada buena y la del mundial, pues hasta entonces poco que destacar debido a ese bloqueo, especialmente de los italianos, que al final se vieron sorprendidos por el poderío de los españoles, mucho más astutos, pues supieron esconderse en su trabajo, correr tras la rueda de sus adversarios y jugar la baza del oportunismo de sus líderes.

Astarloa atacó a falta de media docena de kilómetros para el final, en los primeros desniveles de la subida al último repecho y en un momento de desconcierto de sus compañeros de viaje lograba abrir un hueco una veintena de segundos. Diferencia que fueron más que suficiente. Para rematar el recital Alejandro Valverde se llevó la plata.