El Gran Premio de Malasia estaba programado a 56 vueltas, poco más de 310 kilómetros, pero todo se decidió en 700 metros, los que separan en el circuito de Sepang la línea de salida de la primera curva. En ese trayecto, Fernando Alonso, flamante campeón del mundo, firmó una de las mejores arrancadas de su trayectoria en la F-1 y eso, ya de por sí, es difícil, pues el ovetense es un auténtico especialista en protagonizar inicios memorables.

Nada más apagarse el múltiple semáforo, Alonso convirtió su séptimo puesto de la parrilla en un tercero tras sobrepasar, de golpe, en un plis-plas, a los dos McLaren-Mercedes en la recta y a los dos Williams-Cosworth por el exterior del primer viraje en una original y genial maniobra. Ahí se acabó todo. Todo el gran premio, todo el misterio, toda la incertidumbre de la segunda carrera de la temporada. Giancarlo Fisichella, con el mismo coche y mejor estrategia, era inalcanzable, mientras que superar a Jenson Button, hombre al que Alonso designó ya el primer día como uno de sus más peligrosos adversarios, era sólo cuestión de tiempo. Sin prisas pero sin pausa.

DOBLETE HISTORICO Renault firmó así el segundo doblete de su historia, que hace al asturiano más líder en su defensa del título de campeón. El otro doblete que se le recuerda a la fábrica francesa data del Gran Premio de 1982 cuando, en el circuito de Le Castellet (Francia), el 25 de julio, el francés René Arnoux ganó por delante de su compatriota y mítico campeón Alain Prost.

Un problema en el programa electrónico de la manguera de repostaje llevó a los mecánicos de Renault a cargar en el coche de Fernando Alonso el doble de gasolina del ideal, 100 kilos, que le apartaron el sábado de una más que segura pole para relegarlo hasta la séptima plaza de la parrilla. Y lo peor, el sobrepeso de tanto carburante comprometía sus posibilidades de remontar puestos en la salida. Pero el campeón abrió el manual de pilotaje por uno de los capítulos que más le gustan, que mejor ejecuta, por el que más destaca: las arrancadas.

Lo dijo en la preparrilla, pocos minutos antes de tomar la salida: "No tengo mucha confianza con tanta gasolina y neumáticos usados, pero me la tengo que jugar". Pero la capacidad de tracción del Renault y la larga recta de Sepang le ayudaron a sobrepasar a los McLaren de Kimi Raikkonen y Juan Pablo Montoya. Lo hizo de una forma limpia y llegó como un trueno a la primera curva.

Sospechaba, como así ocurriría, que los dos Williams, pilotados por Mark Webber y Nico Rosberg, iban a taparse mutuamente el interior. Y mientras el jovencísimo Rosberg intentaba demostrar que es mejor piloto que su compañero Webber, Alonso abordó la curva por el exterior, lo más difícil, donde a mitad de viraje el asfalto pierde adherencia y cualquier toque, por pequeño que sea, te manda fuera.

"Era una maniobra un poco suicida, cierto, sí, lo sé, pero esas cosas se hacen sin pensarlas mucho. Nada más meterme en el coche pensé: lo intento, si me sale, bien; si no, también", confirmó el piloto asturiano.

ABANDONO DE RAIKKONEN A partir de entonces, Alonso puso en marcha el potente ordenador que lleva dentro de su mente para arañar minuciosamente tiempo a Button durante 300 kilómetros, a lo largo de hora y media de un goteo continuo de tiempo en 56 vueltas sin fallos.

Esa primera vuelta del Gran Premio de Malaisia decidió también el destino de Kimi Raikkonen. Cristian Klien embistió al McLaren-Mercedes del finlandés en la curva tres y le dejó dañada la suspensión lo justo para propiciar su salida de la pista una curva después. Un rival al título que no puntuaba. Peor aún, la confirmación de que la mala racha del hombre de hielo puede tener prolongación esta temporada.

El otro adversario a la victoria final, Michael Schumacher, intentaba remontar desde la 14 posición a la que fue relegado por haber sustituido el motor de su Ferrari. Realizó el primer paso por meta en 10 lugar, demasiado lejos. Sólo consiguió escalar hasta la sexta plaza, por detrás de su compañero Felipe Massa, que salió último tras una segunda sustitución del motor el sábado y con una sola parada programada. El heptacampeón llegó a meta pegado al alerón de su joven compañero, pero nunca intentó adelantarle. No pudo hacer más.

MAS ABANDONOS A la remontada de Schumi y Massa contribuyeron varios abandonos, no sólo el de Raikkonen. Rosberg, que ahora amenaza el récord de juventud de Alonso como visitante de un podio de F-1, abandonó su Williams en llamas en la vuelta seis, y su compañero Webber, también por rotura del motor Cosworth, 10 giros más tarde.

Juan Pablo Montoya, en tierra de nadie, marcó la frontera entre quienes luchaban por los puntos y los que ambicionaban un podio. Webber intentó presionar a Alonso antes de su avería. El australiano, descargado de gasolina, se acercó hasta el alerón trasero del asturiano, pero no se atrevió. Alonso le vigilaba con un ojo. Una vez que consumió su exceso de gasolina, inició la caza. Marcó la vuelta rápida --medio segundo mejor que Fisichella-- y superó a Button en el segundo repostaje para cruzar la meta a cuatro segundos de su compañero y celebrar un doblete incontestable.