«Me duele que se note que haya algo raro en el ambiente y que exista un problema en mi deporte, para el que sé que hay gente que está dando su vida». Javier Brazo Sayavera (Hornachos, 27 de septiembre de 1981) dejó hace justamente un año su trabajo como director técnico de la Federación Extremeña de Atletismo, además de la de profesor asociado en la UEx, para irse a dar clases a Uruguay. Pero se apartó tras nueve años en una función que le marcó y le marcará para los restos, y que quizá algún día retome. Ha vuelto para disfrutar de los suyos y como profesor residente.

En este tiempo, relativamente corto pero sin duda intenso a ambos lados del charco, ha habido elecciones federativas y polémicas derivadas que ha seguido muy al detalle y que espera que acaben por el bien de todos, según confiesa el protagonista de esta historia acadécimo-deportiva digna de estudio. Mientras tanto, Brazo seguirá al menos un año más en la Universidad de La República, en Rivera, en la frontera con Brasil, al lado de otra ciudad, Fátima do Libramento, ambas con 100.000 habitantes, algo similar a Cáceres, donde residía.

Allí es cabeza de ratón en vez de cola de león (eterno dilema para muchos, para él también) y en unos meses tendrá que decidir si retornar definitivamente a España o seguir allí. «Está siendo una gran experiencia, y, como todo, cuesta sacar las cosas adelante, pero tengo medios y ayuda. Estoy contento», relata, asumiendo también que se siente valorado económicamente. Se fue con su mujer y su hija, recién nacida, con todo lo que ello supone. Evidentemente no se ha arrepentido, pero todo está siendo duro. «He vivido en hoteles al menos cuatro meses y en tres sitios distintos», cuenta, pero está feliz ahora que pasa un mes en Cáceres, en esa Facultad de Ciencias del Deporte que tan bien conoce, donde sigue dirigiendo a alumnos que preparan sus tesis.

«Echamos de menos a la gente de aquí porque aquí están nuestros amigos y se genera un vínculo para siempre», dice sobre su situación personal en Suramérica, a la que han ‘exportado’ la tortilla de patatas y los embutidos «a cambio de los asados, que estamos aprendiendo a hacer ahora», cuenta.

Brazo no se pierde un ápice de la actualidad del deporte extremeño, y sobre todo del atletismo. Cuestionado sobre los éxitos, dice que en su ausencia lo más notable ha sido, evidentemente, el doble título en medio maratón de Teresa Urbina y Houssame Benabbou. «Lo de Tere es un premio a la trayectoria y yo me alegro mucho por ella. Lo de Houssame es también fruto del trabajo y siempre, desde muy pequeño ha estado muy arriba». Recordó el exdirector técnico que el pasado año los lanzadores Javier Cienfuegos y María Barbaño también hicieron un doblete regional como campeones de España, lo cual le produjo también una extraordinaria satisfacción.

¿Volverá a la federación? Nunca se sabe, se podría interpretar. Desde luego que es toda una incógnita, según se desprende de sus propias palabras. El año que viene, por estas fechas, esta pregunta tendrá al fin respuesta.

¿Su diagnóstico actual sobre el atletismo extremeño? Para esto sí tiene contestación. «Si tuviéramos cinco variables, muy malo, malo, regular, bueno y muy bueno, yo diría que bueno». Javier Brazo se da la vuelta, apura sus últimos días en Extremadura y el sábado, retornando a Uruguay, ya echará de menos su tierra. La vida es así.