Los que le conocieron hablan de una persona fabricada para el rugby, tanto en su cuerpo --enorme y coordinado al mismo tiempo-- como en su mente: veía las jugadas antes que nadie. Lo ganó todo en el Quesos Entrepinares de Valladolid, se licenció en Educación Física y desembarcó en Cáceres hace casi cinco años, los dos últimos como entrenador-jugador.