En Melilla tardarán tiempo en olvidar quiénes son Leon Williams y Xavi Forcada. Los dos mejores del Cáceres Patrimonio de la Humanidad el viernes, sumando quizás la atinada dirección de Dani Rodríguez, han sido desde el final del encuentro el centro de las felicitaciones de sus compañeros, que agradecen el espíritu común que mantienen ambos: solidaridad por el equipo por encima del lucimiento personal.

Williams destrozó a los pívots locales, cogiendo el protagonismo que Antelo dejó vacante. Una actuación que, por lo que cuenta, llevaba tiempo deseando firmar. "Quería ser más agresivo. Pienso que en la serie anterior no lo fui lo suficiente y quise desde el principio hacerlo", indica, con su habitual compañero en la zona, Sergio Olmos, ejerciendo de traductor entre las bromas generales. "¿Antelo? Sabíamos que era difícil, pero hicimos un buen trabajo sustituyéndole entre todos", agrega. Extremadamente profesional, aseguran que durante toda la temporada no ha levantado la voz quejándose de que quizás no le llegaban lo suficientes balones para toda la calidad que atesora. Mientras, a Xavi Forcada ya hay quien le llama como el propio pabellón del Cáceres. El 'multiusos' catalán lo fue más que nunca el viernes, aportando en puntos (14), rebotes (9) y asistencias (5). Cuando se le pregunta por el 'yo', suele responder con un 'nosotros'. Todo un síntoma. "Colectivamente hicimos un buen partido rozando la perfección. En el tercer cuarto lo rompimos", analiza, para advertir, dentro de la línea del club: "La serie de Burgos nos demostró que da igual cómo empiece. Esto es como acabe. Hay que rebajar el clima de euforia".

Por último, asegura que "en los playoffs se juega más físico y con más intensidad, y eso a lo mejor favorece mi juego" y reconoce que "muchos jugadores tras el partido del viernes no nos podíamos ni mover".