A Leo Messi estar una semana sin fútbol le aburre. No le gusta estar lejos de la hierba. Pero, a veces, una semana sin partido le sienta de maravilla. Incluso a él. "Sí, nos vino muy bien", confesó el sábado, feliz porque los goles caen a pares en las últimas semanas. Tres partidos ha disputado la estrella (Copenhague, Zaragoza y Sevilla) y seis tantos ha marcado. La impactante fuerza de sus números no oculta, sin embargo, la grandeza que desprende el fútbol de Messi. Reinventa a diario su juego, hasta el punto de que no se sabe realmente bien lo qué es.

Hubo un tiempo en que era extremo derecho. Con Rijkaard, de entrenador. A veces, también jugaba por la izquierda. Llegó Guardiola, lo liberó de la condena de la cal y emergió el Messi más goleador que se recuerda (99 tantos en 112 partidos, una cifra sideral), capaz de llevarse por delante a Etoo (marcó menos goles que él en la temporada 2008-09) y, por supuesto, a Ibrahimovic, otro delantero centro puro que no resistió la comparación. Y se tuvo que ir.

Hubo un tiempo también en que Messi pareció que era un falso nueve, esos delanteros que no están pero llegan desde atrás para abatir al enemigo. ¿Y ahora, qué es realmente Messi? Es todo en uno. Es extremo, interior, delantero centro, incluso media punta, teniendo un control casi dictatorial de los partidos con su remate. "Leo es un goleador, tiene la portería siempre en la cabeza", dijo Guardiola hace una semana en La Romareda, poco después de lograr dos goles en un octbre espectacular al lograr siete tantos en los seis encuentros que ha jugado.

Máxima eficacia

En esa reinvención permanente que protagoniza Messi de la mano de Guardiola, el sábado se vivió otro capítulo más. Parecía un 4-3-3 clásico, pero no lo era. Se asemejó mucho más al 3-4-3 de La Romareda, pero no era tan estático como pudo ser aquel. A Messi le concedió el técnico otra entrega de ese manual que no tiene fin. "¿Asombrado por lo que hace Leo? Pues, no. Ya lo vemos cada día en los entrenamientos", confesó Dani Alves, uno de sus socios preferidos. "En realidad, todos estudiamos a Leo para saber donde está su techo. Si es que tiene algún techo", se preguntó después admirado por las genialidades de Messi.

La pregunta del millón de dólares es, precisamente, ésa. ¿Tiene techo Messi, un joven de 23 años? "Creo que Leo no tiene techo. Si acaso, el techo solar". Alves solo puede mirar a las estrellas para ver a Messi.