Fue el día de los campeones. El día de los hombres 10. Por eso pasaron cosas tan grandes en este 10 del 10 del 2010. Por eso Jorge Lorenzo, ese chavalito mallorquín de 23 años que, de niño, prometió hacer algo grande, muy grande, se coronó nuevo campeón de la categoría reina del motociclismo mundial cuando se cumplían 10 años (11 meses y 14 días) de que, ya con 29 años, lo hiciera Alex Crivillé, el único español que fue capaz de codearse, de pelear, de ganar e imponerse a los mejores pilotos del mundo a lomos de motos, mucho más salvajes que las de ahora, pero que alcanzaban, igual, los 340 kilómetros por hora. Y, como una fiesta 10 no podía ser cosa de uno, Toni Elías, probablemente el más guerrero de los pilotos españoles conocidos, se sumó a la celebración de Lorenzo con su primer título mundial tras 12 años rompiéndose la cara y los huesos por esos circuitos del mundo. Dos mejor que uno, sí. Fue un gran doblete. Y, pronto, muy pronto, caerá el tercero.

"Quiero dedicar este título a mucha gente, a mucha, pero, especialmente, a todos aquellos que tienen un sueño", empezó comentando Lorenzo nada más bajarse de la moto tras celebrar que el juego estaba ya cerrado (Game Over , decía un cartel que le ofrecieron dos Supermarios) tras la conquista del cetro mundial de MotoGP. "Creo que todos en la vida tenemos un talento que explotar, todos. Yo soy un buen ejemplo de ello. Sólo es cuestión de encontrarlo, esforzarse al máximo, tener fe ciega en tí mismo y que no te importe mucho lo que piensan los demás. Así es como se consiguen estas cosas, las grandes conquistas".

PELEAS, LAS JUSTAS Lorenzo, que tras la lesión de Dani Pedrosa ni siquiera tenía que subirse al podio para coronarse nuevo rey, para añadir el mayor de los cetros a sus dos títulos de dos y medio, no entró en la batalla con Valentino Rossi y Andrea Dovizioso que le precedieron en el podio. Acabó tercero y ese bronce le supo a oro. Era oro, puro titanio. Más o menos, clavadito, al cuarto puesto de Elías, que tampoco quiso meterse en la batalla que ni le iba ni le venía entre pilotos que querían salvar la temporada en una sola carrera.

Elías supo, nada más empezar el gran premio, que Julito Simón, el único que podía evitar su coronación adelantada, sí había acusado la presión. Tanto que en una vuelta casi se cae, en la siguiente hizo vuelta rápida (para recuperar el tiempo perdido) y, en la siguiente, se fue al suelo.

A Elías le dijeron que ya era campeón y el chaval de Manresa