El futuro del baloncesto en Cáceres no está, ni mucho menos, claro. Encauzada ya la temporada tras el buen triunfo cosechado el viernes en Menorca, es el momento de pensar ya en la continuidad del club en la LEB, aunque todavía exista la posibilidad de que se juegue el play off de ascenso a la ACB.

Antes de que sea demasiado tarde, alguien debe fomentar el debate sobre los previsibles apoyos, tanto privados como institucionales, que son necesarios para seguir dando vida al proyecto. Actualmente, el club está sin presidente, y es el gerente, Julio Espino, el encargado de tomar las decisiones, lo cual da muy mala espina, aunque no por la aptitud del protagonista, que está cubriendo el expediente con bastante buena nota. En su día se buscó, sin éxito, que llegara alguien para comandar esta extraña nave. Nadie quiso hacerse cargo de una patata caliente, aunque los problemas económicos se habían terminado, al menos para unos meses, debido al apoyo del ayuntamiento cacereño.

Los años de desgaste y el agónico final en la ACB están haciendo mella ahora, cuando en teoría sacar adelante un club LEB es mucho más sencillo. La desidia actual da muy mala espina. El inmovilismo, al menos, contrasta con el mejor aval del que dispone en estos momentos el club verdinegro: sus 2.000 fieles aficionados, una cifra respetable a la que habría que dar una respuesta muy rápida, preferiblemente de manera afirmativa.