En dos selecciones con el balón como argumento del éxito resulta fundamental el papel de los cerebros. Xavi y Andrei Arshavin, el hombre de moda de la Eurocopa, medirán su inteligencia en Viena. Rusia sabe lo que ocurre cuando no está su estrella: el 4-1 del debut es la respuesta. Pero con el astro del Zenit todo cambia. Con sus movimientos y velocidad puede derribar cualquier barrera. "Es un crack, los jóvenes ya tienen a quien imitar. Además no pierde nunca el control. No soy su agente, pero acabará en un equipo de Champions", dijo ayer Hiddink, que confió en su estrella pese a arrastrar dos partidos de sanción. La irrupción del pequeño genio ha dado otra dimensión al juego ruso. "Puede decidir un partido", reconoce Xavi, que intentará dar un paso adelante en la creación. De su duelo dependerá el signo del partido. Ambos se escudarán en los interiores para adueñarse del balón. Al azulgrana le secundará su amigo Iniesta, ansioso por exhibir de una vez sus cualidades, mientras que Arshavin tendrá su mejor socio en Zyrianov. La baja del diminuto Torbinski, sancionado, es un alivio.