El fútbol, tan maravilloso como ingrato por momentos, deja en ocasiones estampas y recuerdos inolvidables. Ayer, en el polideportivo Tomás de la Hera de Almendralejo, se vivió uno de ellos entre promesas que más pronto que tarde se verán en categorías profesionales. Algunos se quedarán en el fútbol más modesto. Otros, seguramente, se vean por televisión. Para entender bien esta historia hay que comenzar por el final. En apenas 20 metros de distancia, dos corros de jugadores jaleando y celebrando el objetivo de la temporada. Los del CP Almendralejo por una merecida e histórica permanencia en su primer año en División de Honor de juveniles. El Atlético de Madrid por un título muy sufrido que ha ganado por delante de Rayo Vallecano y Real Madrid. El mismo campo concentró todas las alegrías. Pura magia.

Para llegar a ese momento hubo mucho sufrimiento. Por parte de unos y otros. El Almendralejo dependía de sí mismo. Puntuar le bastaba, pero en caso de una derrota lógica, debía mirar a tres campos donde solo podía conceder un marcador negativo. El Atlético también tenía que ganar para ser campeón. Y lo hizo.

Más de medio millar de seguidores se acercaron a una mañana de viento y frío para arropar al Almendralejo. Varias decenas de ellos eran colchoneros. Aguardaban la fiesta del título. El Atleti ganó el sorteo de campos y eligió viento a favor. En el primer cuarto de hora apenas pasaban cosas, pero los móviles empezaron a arrojar noticias: «Gol del Madrid». En apenas un cuarto de hora, el Real Madrid de Guti ya había hecho los primeros deberes: ganar al Alcobendas. Con 2-0 arriba, el Alcobendas parecía un descarte para el descenso, pues debía ganar en Valdebebas. Por otros teléfonos, malas noticias: «Gol del Unión Adarve». El otro madrileño jugaba en casa ante Aravaca y al descanso ya dominaba 2-1. Faltaba el Colegios Diocesanos de Ávila que jugaba en Valladolid. Al filo del descanso, con un Almendralejo que aguantaba sensacionalmente las embestidas del Atletico, llegó el tanto en Pucela: «Gol en Valladolid». Ese tanto se celebró en todo el polideportivo almendralejense. La salvación se encarrilaba.

Gran papel / Pero Almendralejo quería ganarse la salvación en el campo. Iniciada la segunda parte, el Atlético de Madrid tumbó el partido sobre la portería local y el acoso y derribo fue demoledor. Hasta entonces, Aitor, portero cadete de los almendralejenses, había sido el héroe. Pero otro Aitor, el del Atlético de Madrid, marcaría en un rechace en el primer cuarto de hora del segundo acto. Tocaba esperar.

Con el Alcobendas descartado, toda la atención se fue a Valladolid. Y allí, la noticia: «Otro del Valladolid». El suspiro fue tranquilizador. El banquillo del Almendralejo, sin Angelito sancionado, celebró por todo lo alto el segundo tanto de los pucelanos. Fue casi al compás del 0-2 del Atlético de Madrid en una rápida contra culminada por Joaquín.

A cinco minutos del final, coincidiendo con el tercer tanto del Valladolid, el polideportivo almendralejense empezó a festejar la permanencia. La megafonía empezó a anunciar los marcadores (aunque federativamente está prohibido) y el delirio se apoderó de la grada.

El pitido final culminó con un cúmulo de abrazos y llantos de alegría. Unos por el título. Otros por la salvación. Y por ello, los dos corros juntos, decidieron fundirse en un fuerte abrazo conjunto que dejó una de las imágenes más bonitas que se recuerdan en el fútbol juvenil. Angelito, preparador del CP Almendralejo, que sufrió detrás de la valla, no dudó en confesar que «esto es el premio a una magnífica temporada donde hemos tenido que pelear ante muchas adversidades. Ahora, Almendralejo, tiene que celebrar, ya que esto no se consigue todos los días». Y es que la capital de Tierra de Barros volverá a disfrutar, un año más, del mejor fútbol de cantera de este país.