De los campeones olìmpicos ya no queda rastro. Ni Bryant, ni Lebron, ni Wade. Ninguno de los 12 jugadores que se colgaron el oro olímpico en Pekín hace dos años en la final frente a España han seguido en el equipo. Con el orgullo restañado en los Juegos, EEUU pasó página. Misión cumplida. Ahora, en Turquía, se trata de hacer olvidar los tres últimos fracasos mundialistas y extender la hegemonía con un equipo totalmente renovado, sobrado de músculo y talento, de talento individual y de velocidad. Y por lo que se vio ayer en su debut en Estambul, el equipo de Mike Krzyzewski no piensa tener piedad.

EEUU pasó por encima de Croacia (106-78) sin reparar demasiado en su rival. Como quien aparta una piedra molesta del camino. Con un pim pam pum, ventiló el partido a base de acciones fulgurantes, de dominar en el rebote, de forzar los errores del conjunto croata. Pero por encima de eso, se vio un equipo sólido, potente, un rival muy a tener en cuenta con cinco jugadores por encima de la decena de puntos (Gordon, 16; Durant, 14; Billups, 12; Westbrook y Gay, 10) y todos anotando y reboteando, con ocho sumando triples.

Aguantó Croacia lo que aguantó su rejuvenecido equipo en mantener la disciplina. Mientras el madridista Tomic se movió como una de las referencias en ataque, en donde tenía una clara superioridad sobre Lamar Odom, el alero de los Lakers, reconvertido en pívot en este torneo junto a Kevin Durant por la falta de centímetros con la que acude el equipo, el único talón de Aquiles que se le vislumbra.

Mandó Croacia en el primer cuarto y le aguantó el paso a su rival (22-20) pero después se deshizo como un azucarillo (parcial de 26-6 en el segundo cuarto que resultó letal), forzado por la defensa planificada al milímetro por el coach K , uno de los técnicos más respetados del baloncesto universitario, que ya condujo al bloque de Pekín, y este año ha logrado el título universitario con Duke.

Cuestión de química

Sabe Krzyzewski que el despliegue físico y la intensidad son las armas que elevarán a su equipo y ha logrado inculcárselo a estrellas como Billups (Denver) o Derrick Rose (Bulls) o Kevin Durant (Oklahoma), que es el máximo anotador de la NBA con solamente 21 años.

"El Mundial de Japón del 2006 fue una valiosa lección para nosotros. Sabemos que la química del equipo es fundamental", admite Jerry Collangelo, el responsable de USA Basketball, que vio como Grecia apartaba hace cuatro años a su equipo del oro. Y en eso están: produciendo química de las estrellas.