La fe de todo un país llevó a Turquía a la final del Mundial de baloncesto, que hoy se jugará frente a EEUU (20.30 h., La Sexta) para recoger la corona que España levantó hace cuatro años en Japón. La pasión de 15.000 personas, puestas ayer en pie en el Sinam Erdem Arena, empujó al equipo de Bogdan Tanjevic al triunfo en un final dramático frente a Serbia, resuelto con una canasta de Tunçeri a media segundo del final (83-82), antes de que Erden pusiera un tapón sobre el tiro a la desesperada de Velickovic. Todo parecía girarse en contra de la anfitriona con una canasta del ala-pívot madridista a cuatro segundos. Pero Turquía creyó en el milagro. Nunca bajó los brazos y disparó el delirio en todo el país, después de un partido que Serbia controló hasta el minuto 37, cuando cedió la primera ventaja.

Mientras, la actuación de Durant resultó también memorable y empujó a EEUU a la pelea por el título en la primera semifinal ante Lituania (89-74). Dominó el partido de principio a fin, de la forma en la que lo hacía Michael Jordan y el seleccionador estadounidense, Mike Krzyczewski, se lo reconoció sustituyéndolo a a 44 segundos del final para que recibiera el aplauso del público y también de sus compañeros puestos en pie. Acabó con 38 puntos (14 de 25 en tiro) y 9 rebotes en 38 minutos, con el balón pasando una y otra vez por sus manos para que ejercera su magia.