Llegó al consejo del Cáceres tras ser uno de los miembros más activos de la plataforma que, hace ocho meses, provocó que el club no se vendiera. Juan Francisco Luis Martín (Cáceres, 22-10-1951), funcionario, expolítico, exdirigente vecinal, cree que el club tiene futuro, pese al negro panorama que se presenta de cara a la asamblea del 11 de marzo.

¿El Cáceres puede sobrevivir a la actual crisis?

--Sí, y para ello tendríamos que tener tres cuestiones fundamentales. La primera, que haya un grupo de gente, yo diría que 10 o 12 locos, que quieran tirar para adelante. Y yo creo que los hay. Este consejo de administración, del que me siento orgulloso de pertenecer, no tiene intenciones de tirar la toalla. La segunda, que haya una implicación social, que haya un apoyo que yo creo que existe. Hay 2.000 o 3.000 incondicionales que van a todos los partidos y una plataforma ciudadana en defensa del baloncesto que es una garantía. La tercera es la más importante y las que nos queda todavía por poner en práctica: que hubiera sensibilización en esta ciudad y en esta región, tanto política como social. Si este doble componente apuesta por el proyecto del Cáceres CB, el futuro estará ganado.

Pero a estas alturas el club está peor que nunca...

--En diez años de permanencia en ACB, este tipo de clubs llega un momento en el que tienen crisis. Y ésta es una crisis profunda. El proyecto adolece de una estabilidad y en el momento que no hay un espónsor y no se han generado unos recursos propios es difícil sobrevivir. El Cáceres es una sociedad, y una sociedad debe generar sus recursos. Si en estos diez años no se ha definido el club como empresa es normal que estemos en situación de quiebra.

A pesar de que haya 3.000 fieles, ¿una parte de culpa la puede tener la propia afición, que no ha respondido como se esperaba este año?

--No. A veces se ha plasmado en los medios que el Cáceres ha perdido un cierto apoyo social. El Cáceres no pierde apoyo social. El Cáceres no ha perdido aficionados, ha perdido espectadores, que son dos cosas diferentes. Tener a 3.000 personas en el pabellón es un lujo para una ciudad que no llega a los 100.000 habitantes. Ahí no se ha fallado. Evidentemente se han perdido 2.000 espectadores. Son los que van a los espectáculos con cuestiones novedosas: son los que están esperando una gran cola para coger una entrada de una película como Mortadelo y Filemón, por ejemplo. A esos espectadores hay que recuperarlos, y lo digo sin ánimo despectivo, todo lo contrario. Me parece que se han dejado ir porque ha faltado una parte de espectáculo. Además, los 3.000 fijos que tiene el Cáceres tienen un componente de terapia familiar, con padres e hijos en el pabellón.

¿Cree que esta ciudad merece un equipo en ACB?

--Cáceres merece un equipo en ACB, merece uno de fútbol en Primera, merece tener teatro de calidad y sobre todo merece que, para ver un espectáculo, el cacereño no se tenga que desplazar 300 kilómetros. Merece no tener ciudadanos de tercera. Aquí está el reto político, social y empresarial.

¿Parte de lo perdido ha sido por la inestabilidad del club en los últimos años?

--Es posible. Apostar a caballo ganador tiene sus garantías. Cuando hay estabilidad todos están más felices. Cuando el equipo pierde, se resiente. Cuando esto se agrava con una situación de inviabilidad, caminar por los túneles es complicado. Además, se cuestiona la permanencia del propio club. Esto hace que la afición tenga menos ánimos. Pero se puede cambiar.

¿Qúe debe pasar, en su opinión, para que el Cáceres no se vaya al garete?

--Cuando hay respaldo social, las cosas son más defendibles. Además, hace falta que haya una sensibilidad desde el punto de vista político y empresarial en Extremadura. El proyecto sería rentable y habría contraprestación. Extremadura necesita en estos momentos imagen y tenemos un club de baloncesto que podría llevar esa marca. Esto no se ha aprovechado.

¿Qué parte de responsabilidad tienen los políticos?

--La responsabilidad es compartida. Tradicionalmente, pueden haber visto una simple petición de subvención. Ha habido respuestas y se nos ha dicho que hay otras prioridades. A veces se puede haber equivocado el político y otras el que se ha equivocado ha sido el que ha pedido. Si nos sentáramos todos en una mesa y habláramos de contraprestaciones y de potenciar el deporte de base, todo el mundo se beneficiaría.