A Elías Molina Prados (Herencia, Ciudad Real, 16 de febrero de 1982) le valoran extraordinariamente en el vestuario del Cacereño. Y en la grada. No hace goles, no finta, no es un virtuoso, pero su figura emerge en cada partido por lo que hace para que el contrario no amenace y para que los suyos ganen. El equilibrio perfecto, el hombre orquesta, el líder indiscutido desde la negación del alarde. El futbolista que siempre llega. El respetado por el rival, el requerido por el compañero.

Elías, habrá quien no lo sepa, fue internacional en su época de niño-adolescente en el Atlético de Madrid. Sub-15, sub-16, con título continental, sub-17 y sub-18 (bronce Europeo). Como tal, su carrera se intuyó plena en Primera, pero no fue así: sólo un escarceo con debut incluido en el Albacete en la máxima categoría. «Influyeron un montón de cosas para que así no fuera, pero me encontré con gente sin escrúpulos», manifiesta. Numancia (Segunda A), Logroñés, Albacete, Cartagena, Ponferradina, Lorca, Conquense... y Burgos, donde en la temporada 2011-2012 hubo un antes y un después: «me rompí el cruzado y me dejaron tirado», dice el jugador sin remilgos.

A partir de entonces, el Manzanares, cerca de su pueblo natal, Cacereño, de nuevo Manzanares y vuelta al CPC. Con todo ello, con la felicidad y la plenitud de la madurez actual. «Estoy muy a gusto aquí». Y tanto: ha disputado el 95 por ciento de los minutos con Adolfo Muñoz. «No tengo fecha de retirada. Me encuentro perfecto. No tengo ni un solo problema físico, no me duele nada», asegura, afirmando que está incluso «mucho mejor» que hace varias temporadas, cuando se supone que su edad contribuía a su plenitud como futbolista.

«Yo hago lo que el equipo creo que requiere. Tengo que ejercer lo mejor que pueda el sentido técnico y táctico, aunque también mi posición en el campo obliga. ¿Que si me gustaría meter goles? Pues claro, pero el equipo se encuentra mejor si yo no subo en más ocasiones al ataque». Habla con una madurez incuestionable este hombre que este año terminará de estudiar Osteopatía en Cáceres y que también «empezaré el nivel 3 de entrenador este año, aunque no sé de dónde voy a sacar el tiempo», asegura.

Esa vocación de técnico la ejerce en el juvenil B de la Fundación del Cacereño. «Ahora, a las nueve y media, me voy con ellos a Pinilla», decía anoche en plan distendido a este diario.

Un dato que refuerza su inteligencia como futbolista: no ha visto una sola tarjeta esta temporada. Eso sí, asume que pudo merecer una en una entrada a Ruano, del Badajoz, con el que se disculpó después. Así es Elías Molina, un líder silencioso, un impresdindible que vaticina: «podemos ser campeones y subir si hacemos el trabajo de la primera vuelta».