"Todo el mundo en Villafranca te llama, todo el mundo te felicita... La verdad es que fue un subidón y con el paso de los días vas cogiendo el sabor real del bronce". César Flores atiende feliz la llamada de este diario. Como médico de la selección española de balonmano femenino que logró el sábado la medalla de bronce en los Juegos de Londres, acaba de conseguir uno de los logros más importantes de su vida, aunque no el único.

Flores empezó su andadura en este deporte cuando tenía ocho años. Jugó durante mucho tiempo en el equipo de su localidad. "Mis amigos son casi todos jugadores del equipo de balonmano de Villafranca". No fue un camino de rosas. Comenta entre risas que, cuando todavía era un niño, perdía mucho. "Sacó Aceuchal un equipo en dos días, que era como un grupo de amigos, y nos ganó 40-20". Se fue haciendo mayor y ya no perdía tanto. Incluso quedó varias veces campeón de Extremadura disputando otras tantas fases de ascenso.

Su currículum como médico de balonmano es impresionante: tres platas, dos en Campeonatos de Europa en categorías inferiores y una con la selección absoluta en Macedonia en 2008, y dos bronces, uno en el Mundial de Brasil del 2011 y otro el que acaba de conquistar. "En los últimos cuatro años hemos estado en todas las fases finales. ¡Pero todavía me queda el oro".

Todavía no ha pasado por Villafranca. Aterrizó en Madrid el lunes, el martes volvió a la rutina ("estuve operando desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche") y ayer viajó a Málaga a ver a sus padres. Aun así, ya sabe lo que le espera. "Mis amigos me dicen: ¡Ya verás cuando vengas, ya verás... Está todo el pueblo revolucionado!".

Doce años lejos de casa Flores acabó la carrera en el 2000 y se fue hacer el MIR a Madrid. Lo aprobó y ya se quedó allí. Actualmente trabaja también para el Alcobendas de la Liga Asobal, ayudando a que prospere un proyecto marcado por la modestia. Con la selección ha tenido que ejercer de médico, de psicólogo y de nutricionista. "La verdad es que nos toca hacer un poco de todo... La preparación para las Olimpiadas ha sido larga, 45 días, y teníamos que cumplir".

Cuenta varias anécdotas de su experiencia. Desde la voltereta al sentenciar el partido por el bronce del entrenador Jorge Dueñas, que fue de lo más comentado, ("él siempre termina haciendo la voltereta, o la cucaracha..."), hasta el impacto que supone ver a Pau Gasol, a Kobe Bryant o a Juan Mónaco mientras estaba comiendo en la Villa Olímpica.

Con la primera medalla en la historia olímpica del balonmano femenino español ha quedado claro que 'las guerreras' están en buenas manos... extremeñas.