Los más valientes sin gorro, los más frioleros con él. Son las seis de la tarde en el Príncipe Felipe y sobre el césped los diecisiete miembros de la plantilla del Cacereño y algún que otro juvenil entrenan bajo la atenta mirada de los chavales del infantil que, sin gorro, ven como ya no están ni Borrallo ni Merino. Se han ido.

A esa hora, Bernardo Plaza insiste, una y otra vez, en eso que en los libros de entrenadores se llama situaciones de stress competitivo , al mismo tiempo que piensa en cómo suplir la baja de Borrallo y si la ratificación del vicepresidente Juan Ojalvo como técnico cacereño hasta el final de temporada es de las de verdad o de esas de mentirijilla . El piensa que es de las de verdad y agradece la confianza de una persona que dice "es de la poca gente que me ha visto trabajar y tiene el suficiente criterio para saber si se están haciendo las cosas bien o mal". Ayer, sin embargo, la visita fue más corta. Ojalvo y Aguinaga charlaban en el despacho del segundo sobre la nueva incorporación, sobre si los fugados han actuado bien, sobre lo divino, sobre lo humano, sobre si...

Acaba el entrenamiento y los jugadores se van. Plaza se queda en el despacho y, en su agenda busca algo. Una agenda en la que ya no aparece Valentín, pero que cuenta con los nombres de los juveniles que ya, ante la falta de jugadores, están más en el primer equipo que en el segundo. Es la hora de reunirse con el director general para ver cómo está el tema del nuevo fichaje, pero antes no deja de repetir a quien se lo pregunta que está convencido de que se meterán en los play-off , que el equipo ha cambiado a mejor y que va a seguir trabajando con la misma intensidad.

Es de noche. Se cierran las puertas del estadio. Hace frío. ¿La noche más fría de los últimos tiempos? ¿Será también la temporada más gélida?