El presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), Max Mosley, cedió hoy ante las escuderías de la Fórmula Uno y renunció a imponer por la fuerza su reforma del reglamento, para mantener la unidad y evitar que los equipos cumplieran la amenaza de crear un campeonato paralelo.

El hombre que ha dirigido el automovilismo desde 1993 perdió su pulso contra ocho de los principales constructores y acabó incluso por renunciar a presentarse a su propia reelección en octubre próximo. Era la única forma de salvar la unidad de la Fórmula Uno, que en 2010 se correrá con las mismas reglas que este año.

Los ocho equipos, agrupados en el seno de la FOTA, se comprometieron a reducir sus presupuestos en los próximos dos años y a ayudar a las escuderías recién incorporadas al Mundial para reducir las distancias objetivas. Así, retiraron también su amenaza de crear un Mundial paralelo, que pesaba como una espada de Damocles sobre la FIA.

Fue Mosley el encargado de anunciar a la prensa su derrota al término de un Consejo Mundial que se preveía movido pero que fue más tranquilo de lo esperado. El acuerdo acaba con una batalla exacerbada entre la FIA y la FOTA que ha tenido en vilo a la Fórmula Uno.

Desde el inicio de la reunión, en los locales de la FIA en la parisiense plaza de la Concordia, Mosley notó que le faltaba el apoyo del patrón de la Fórmula Uno, Bernie Ecclestone, por lo que comenzó a hacer concesiones, indicaron fuentes internas.

De inicio, la renuncia a su intención de imponer, a partir del año próximo, el techo presupuestario de 45 millones de euros por escudería, sin contar los gastos de patrocinio y los sueldos de los pilotos. Ese fue el principal punto esgrimido por la FOTA para lanzar la revuelta contra la FIA.

Ferrari, McLaren, BMW Sauber, Renault, Toyota, Red Bull, Toro Rosso y Brawn GP estaban dispuestos a abandonar el actual Mundial y crear uno propio. Incluso publicaron un hipotético calendario para aumentar la presión sobre Mosley.

A cambio de renunciar a esos planes, las escuderías, lideradas en la reunión por el patrón de Ferrari y presidente de la FOTA, Luca Cordero di Montezemolo, se comprometieron a una rebaja progresiva de sus presupuestos.

En dos años, éstos deberán situarse en los niveles que tenían a principios de los años 90, precisó la FIA en un comunicado. Además, los equipos más experimentados prestarán asistencia técnica a los tres nuevos equipos que integrarán el año próximo el Mundial de Fórmula Uno, el español Campos Meta, el británico Manor Grand Prix y el estadounidense US F1.

De esa forma, Mosley obtiene una pequeña victoria puesto que su objetivo era abrir la Fórmula Uno y permitir que en ella se integraran nuevas formaciones independientes, ante la previsible sangría de patrocinadores que auguró la salida precipitada de Honda el pasado invierno.

Otro pequeño triunfo del presidente de la FIA fue el de reiterar el papel de la organización como "rector único" del automovilismo, una función que la FOTA le había disputado con su aviso de crear un campeonato paralelo.

Los constructores también se comprometieron a respetar los pactos sobre la Fórmula Uno que deben regir ese deporte hasta 2012 e, incluso, negociarán para ampliar ese plazo.

"Los equipos adhieren a una versión mejorada de la gestión de las disposiciones de los acuerdos de la Concordia de 1998", precisó la FIA.

También los equipos se mostraron satisfechos con el arreglo que Montezemolo calificó de "bueno" porque acaba con una larga batalla.

"Las polémicas no son buenas para la Fórmula Uno, y en particular para el público porque se trata de un deporte fantástico que debe ser relanzado, no sólo protegido", afirmó el patrón de Ferrari.

Libre de obstáculos, la FIA reiteró el nombre de los trece equipos que disputarán el Mundial de 2010, entre los que están los diez actuales más Campos Meta, Manor Grand Prix y US F1.