No era normal que Erik Zabel, sin dar ninguna explicación, abandonase la Volta para subir al primer avión que partió de Barcelona a Alemania. En Catalunya era uno de los pocos lugares donde podía correr tranquilo y aislarse del cerco que se iba formando a su alrededor desde que dos médicos de su antiguo equipo, el Telekom, Andreas Schmid y Lothar Heinrich, habían sido acusados de fomentar el dopaje sistemático en la potente escuadra que ganó consecutivamente los Tours de 1996 y 1997 con Bjarne Riis y Jan Ullrich.

El velocista confesaba en rueda de prensa, retransmitida en directo a una Alemania que quedó convulsionada por el testimonio de un corredor extrovertido y mediático.

"Había rumores. Se creía que para poder seguir teniendo éxito había que doparse y mis resultados no eran buenos. Decidí consumir EPO. Fue por muy poco tiempo, en 1996, antes del Tour. Pero lo dejé enseguida porque presentaba muchos efectos secundarios", reconocía.

Zabel se sinceró, junto a Rolf Aldag, hoy director deportivo del T-Mobile, que también admitió la infracción. "Tomé productos prohibidos desde 1995 hasta el 2002".