Esta vez a Roger Federer no se le escapó ni una lágrima. En cambio, tuvo que consolar a su rival, Andy Roddick, que aguantó como pudo la enorme decepción de la derrota tras haber tenido el torneo de Wimbledon al alcance de la mano. Por eso las primeras palabras del campeón suizo fueron para su rival. "No te preocupes, yo llegué hasta aquí el año pasado y Nadal me ganó en cinco sets. Estoy convencido de que regresarás y serás campeón también", le dijo a un Roddick que parecía tener la mente perdida.

En cambio, Federer se sentía en una nube --"esto es increíble, mi cabeza da vueltas"-- y sonreía como hacía tiempo que no lo hacía. Bueno, lo hizo hace unas semanas en París después de lograr, por fin, su primer Roland Garros. Pero ayer su satisfacción era doble: conquistó su sexto Wimbledon y volvió a recuperar el número uno mundial en detrimento del lesionado Rafa Nadal, para quien tuvo un recuerdo: "Espero que se recupere pronto", deseó tras recibir la copa dorada de campeón y colocarse una chaqueta con el 15 bordado en un costado, el número de Grand Slam ganados en su carrera, lo que le convierte en el tenista más legendario de todos los tiempos.

MOMENTO DIFICIL "Ha sido un partido loco", aseguró Federer, quien tuvo la final muy cuesta arriba en el segundo set, tras perder el primero, en el que logró levantar un 2-6 en el tie break. Por eso la felicidad del suizo era enorme: se impuso en una final en la que no se imaginó sufrir tanto. "Es un momento increíble. Después de ganar en París y ahora aquí, es fantástico", dijo Federer.

Roddick, quien no tuvo ganas ni de sonreír apenas ni cuando le dieron el trofeo de subcampeón, felicitó a Federer pero también se disculpó ante Pete Sampras, presente en el palco de la pista central, por no haber podido evitar que el suizo le arrebatara el récord de Grand Slam conquistados. "Lo intenté. Lo siento, Pete", dijo un cariacontecido Roddick, que volvió a caer ante su bestia negra. Es la tercer final que pierde en Londres.