"He dejado el supermercado que tengo en manos de mi gente por unas horas para poder ir a ver los entrenamientos de los pilotos". El caso de Javier Gómez, vecino de Zarza de Granadilla, es un ejemplo más de la gran expectación que estos días suscitan los entrenamientos de los pilotos del equipo de la Ford en Las Hurdes. Este extremeño, de 35 años y fan número 1 de los rallys, no ha podido retenerse ante el rugir de los motores que portan los llamativos coches que conducen los mejores pilotos del mundo. "Mucho antes de que llegarán las dos de la tarde le pedí a mi madre que se quedara en la tienda para poder irme a ver los entrenamientos un rato, tengo el negocio casi abandonado", bromea.

Los 50 kilómetros de malas carreteras y a pleno sol que separan Zarza de Granadilla hasta Pinofranqueado no han impedido a Javier y a otros muchos vecinos de pueblos de alrededor trasladarse hasta lo que hoy día es el escenario más goloso para los amantes de la velocidad y, cómo no, para los periodistas de las revistas especializadas en el automovilismo más prestigiosas de todo el mundo. "Cogí unos bocadillos, salí pintado y antes de ir a Pinofranqueado pasé por Casar de Palomero para coger a un amigo", explica mientras recuerda el intenso calor que ambos pasaron a las dos de la tarde para comer el bocadillo.

Un momento grande

Tras retomar fuerzas, llegó el momento grande y la hora de adentrarse en un nuevo espectáculo. Voluminosos camiones de asistencia, remolques con ruedas de repuesto, rulots, una extensa colección de herramientas y un ir y venir de personal de la organización y mecánicos deslumbró a Javier solo pisar suelo de Pinofranqueado. Y como regalo, Jari-Matti Latvala, el piloto que pudo ver muy de cerca ayer al mediodía. "Es como si viniera Fernando Alonso, pone la piel de gallina solo saber que los mejores equipos de Campeonato del Mundo están aquí, es inolvidable", confiesa.

No cabe duda, que para Javier y para todos aquellos que ayer arrancaron unas horas del día para ver las pruebas, ha merecido la pena. No sabemos si hoy los mismos que disfrutaron del espectáculo podrán hacerlo de nuevo. Aún así, Javier no desespera porque en su mente ante todo está Andrés, un bebé que está en camino y quién sabe si como se pregunta su padre de regreso al trabajo, "¿será piloto de rallys?".