La competitividad y el carácter de Italia contra la experiencia y el saber hacer de los franceses; la inexpugnable defensa azzurra ante Henry, el mejor ariete de los bleus; el maleable 4-4-1-1 de Marcello Lippi contra el indestructible 4-2-3-1 de Raymond Domenech; la autoridad y las ansias de victoria de los transalpinos frente al equipo de Zidane, dispuesto a poner el broche de oro a una generación exitosa. El domingo, a las 20.00 horas, el Estadio Olímpico de Berlín acogerá una interesante final entre dos equipos que han llegado a la cita decisiva en su mejor momento.

De menos a más, como marcan los cánones. Así se han plantado Italia y Francia en la final del Mundial. Los italianos solo han encajado un gol y en propia puerta de Zaccardo; los franceses, dos. Antes del torneo, las apuestas apuntaban a Brasil como principal favorito, por delante de Inglaterra, Alemania y Argentina. Los finalistas aparecían en el segundo pelotón, pero han demostrado ser los más efectivos, con una línea ascendente que les ha conducido hasta la cima de forma merecida.

La metamorfosis en Italia ha sido brutal. Antes del campeonato, muchos dudaban de sus posibilidades. Algunos, incluso, querían que fracasara por el escándalo de la corrupción. El calcio estaba en una crisis alarmante. Y así continúa, pero la agónica situación de clubs como la Juventus, Milan, Lazio y Fiorentina no ha influido en una selección que quiere demostrar que la ineptitud de los dirigentes no casa con el rendimiento de los futbolistas.

El recuerdo de 1982

Ahora el ambiente ha cambiado. La prensa italiana, que establece pararalelismos con el éxito de 1982 cuando la azzurra conquistó el título tras otro escándalo, está volcada con una selección que aspira a su cuarto Mundial. No importa que la columna vertebral esté formada por jugadores de los clubs más cuestionados. Buffon, Cannavaro, Camoranesi, Zambrotta y Del Piero (Juventus); Pirlo, Gattuso (Milan); y Luca Toni (Fiorentina) brillan en Alemania mientras sus equipos caminan hacia el descenso.

Marcello Lippi, un técnico veterano e inteligente, sabe que este contexto ha envalentonado a sus jugadores. "Está claro que el escándalo ha dado más motivación a mis hombres. No hablo con ellos de este asunto, pero me doy cuenta de sus reacciones. Es realmente increíble lo que un colectivo convencido de los objetivos puede llegar a conseguir", dice el seleccionador. Nada más acabar el partido ante Alemania, Lippi se fue al hotel a repasar el vídeo. Solo durmió dos horas, pero acabó encantado de lo que vio. Italia progresa adecuadamente y es favorita en la final.

Entre sus baluartes, destaca Fabio Cannavaro, el capitán que cumplirá el domingo 100 partidos con la azzurra. Precisamente estaba en el último duelo mundialista ante los franceses. Ocurrió en los cuartos de final del Mundial de 1998 y pasaron los bleus en los penaltis. Del Piero también fue titular en aquel partido, al igual que Barthez, Thuram y Zidane. Henry y Trezeguet salieron en la segunda mitad. Dos años después, los franceses se volvieron a coronar ante Italia en la final de la Eurocopa gracias a un gol de oro de Trezeguet. Los últimos precedentes favorecen a los franceses, que pasaron la primera fase como segundos de grupo y ahora sueñan con ganar en Berlín.