La casi segura baja de Felipe Reyes surgió ayer como un serio contratiempo para España, metida de lleno en la fase decisiva del Mundial que hoy se iniciará para la selección en la ronda de octavos de final frente a Serbia y Montenegro (La Sexta, 13.00 h.).

Los problemas físicos del pívot en la espalda parecían olvidados, después de jugar unos minutos el jueves frente a Japón. Pero ayer volvieron a reproducirse y no participó en el suave entrenamiento que realizó el equipo después del traslado de Hiroshima a Saitama, una ciudad próxima a Tokio, donde emerge el impresionante Saitama Super Arena, con una capacidad para 20.000 espectadores.

"Lo lamento por él porque es clave en los esquemas, pero entre todos intentaremos dar un paso adelante y suplir su baja", explicó Jorge Garbajosa, reflejando el sentir del vestuario. "Es un jugador que ayuda mucho, que pelea por cada balón y seguro que se va a notar", admitió el azulgrana Juan Carlos Navarro. "Aún confío que nos eche una mano", terció, por su parte, el seleccionador Pepu Hernández, que se mostró confiado en la actitud de sus jugadores. "Sabemos lo que significa este partido. Vamos a ir competir ".

MUCHOS CAMBIOS España se encontrará hoy a un bloque de jóvenes con talento que intentan hacerse un hueco en la élite. Y también a dos estrellas como Igor Rakocevic (Tau Vitoria) y Marko Milicic (Orlando Magic), a los que su entrenador, Dragan Sakota, ha dado carta libre para hacer lo que quieran en la cancha. Los balcánicos no ganan a España desde el Europeo de Turquía del 2001 (78-65). Pese a que encadenan ocho derrotas ante la roja, su técnico huye de victimismos: "España juega de una manera diabólica, hace un baloncesto increíble, pero espero que siga la tradición y que, después de quedar primera de grupo, pierda el primer cruce", dijo.

Poco tiene que ver este equipo con el que se coronó hace cuatro años. La caída de Serbia ha sido espectacular, pero la selección española la mira con el mismo respeto que si se enfrentara al dream team .