No es lo mismo viajar con los bolsillos vacíos que con la cartera repleta. Todo se ve con otros ojos. Con una perspectiva muy distinta. Eso es lo que ocurre con el equipo español en Atenas. Hace un par de días, parecía avecinarse el fin del mundo. Y ahora, en cambio, todo se ve de color de rosa, gracias al baño de medallas que los deportistas españoles se dieron ayer: tres de plata y una de bronce en una jornada que el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, se apresuró a calificar rápidamente como "un buen día". Y tenía razón.

Quizás empiezan a soplar buenos vientos para España en Atenas, cuando los Juegos acaban de cruzar la línea de su ecuador. Sólo en la jornada de ayer el botín de medallas se triplicó. De las dos conseguidas en los primeros días se pasó a cuatro en una sola jornada. Con las dos platas de la vela, conseguidas por Rafael Trujillo en la clase Finn y a Nat lia Via Dufresne y Sandra Azón en la clase 470, con el segundo puesto del equipo de doma clásica, y también con el bronce del ciclista Sergi Escobar en persecución individual en pista, el deporte español ha vuelto a subirse al barco del optimismo, que navega a toda máquina y con un entusiasmo insólito.

SUEÑOS DE ORO No es tan sólo por las medallas logradas. También son las que se intuyen en las próximas horas. El equipo olímpico español aspira hoy a mejorar su cosecha con el oro del doble femenino de Conchita Martínez y Virginia Ruano, y también con el gimnasta Gervi Deferr, campeón olímpico hace cuatro años en Sydney en salto, que hoy debe afrontar la primera de sus dos finales olímpicas, en suelo. Mañana, en salto, puede obtener su segunda medalla en Atenas. Víctor Cano, menos favorito que Deferr, también estará hoy en una final, la de caballo con arcos.

Es un cambio espectacular el estado de ánimo colectivo. El seleccionador español de hockey sobre hierba, el holandés Maurits Hendriks, describía muy gráficamente esa frontera imaginaria en los primeros días de su estancia en Atenas. Cuando empatas o pierdes un partido, no te apetece dejarte ver por la Villa Olímpica. Todo son defectos a tu alrededor. Las camas son incómodas. La comida es pésima. Cuando te acompañan las victorias, no te importaría pasarte dos horas largas en el comedor, a la vista de todo el mundo, y comentando la jugada.

Eso es lo que empieza a ocurrir con los deportistas españoles. Se están dejando ver en las últimas horas, algunos de forma arrolladora. El equipo de hockey sobre hierba es el ejemplo. Existían indicios del talento que atesoraban. Lo habían apuntado en el Europeo de Barcelona, donde fueron segundos. También en el preolímpico de Madrid de principios de año, cuando repitieron subcampeonato. Pero en Atenas esa intuición es ya una realidad. La goleada de ayer a todo un clásico de este deporte como Pakistán (4-0) demostró que el equipo de los Pol Amat, Santi Freixa, Edi Tubau y Juan Escarré lleva camino de hacer historia, a poco que el viento les vaya a favor, como sucedió ayer con la competición de vela.

COMO LOS ANGELES Lo mismo ocurre con el baloncesto masculino,que ayer siguió su racha imparable frente a Serbia y Montenegro, el actual subcampeón mundial. En torno a Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Felipe Reyes, tres de los jugadores de más talento que construyeron la generación de los júniors de oro, el nuevo seleccionador Mario Pesquera ha construido un proyecto de una tremenda solvencia, que camina hacia los puestos de medalla con la misma fuerza que aquella generación legendaria de Los Angeles-84, de la que se acaban de cumplir ahora 20 años. En el mismo saco puede

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